Absolvieron a Alberto Fujimori en el caso de los diarios chicha y abogadores comparten sus opiniones. (EFE)
Absolvieron a Alberto Fujimori en el caso de los diarios chicha y abogadores comparten sus opiniones. (EFE)

Para algunos analistas, el indulto al ex presidente Alberto Fujimori está a la vuelta de la esquina. Especulan que será en unos días, máximo un par de semanas. El tema, recordemos, lo puso en la mesa el gobierno. A fines de abril de este año, Carlos Bruce sostuvo que la liberación del ex mandatario debía estar en la agenda del Ejecutivo, horas después de que el presidente Kuczynski solicitara “voltear la página”.

Desde entonces, las idas y venidas han sido moneda común de diarios y analistas. Y lo cierto es que han pasado casi cinco meses, pero no sucede nada.

Si me preguntan, como dijo el congresista Bruce, diría que el gobierno debe hilar bien fino en dicha acción. Disparará, como un terremoto, ondas que se volverán tsunamis. Y si bien es cierto que el presidente Kuczynski no tiene impedimento para otorgarlo, y que el ex presidente Fujimori está en riesgo, también existen razones institucionales y políticas para pensarlo.

Para empezar, el sector antifujimorista que acompañó al mandatario en la segunda vuelta lo verá como una traición. Casi seguro iniciarán marchas de protesta, interpondrán acciones legales a nivel internacional y, por supuesto, harán sus conocidas campañas en medios internacionales. La bulla y la calle pueden costarle caro al presidente.

Cierto, según las encuestas, una mayoría de peruanos se encuentra a favor de la medida. Pero con el ala keikista del fujimorismo, no necesariamente se iniciará una romántica primavera. Dudo que el hecho quiebre al partido o a la bancada, como sostienen algunos; menos aún que catapulte a Kenji a una carrera presidencial.

Si el indulto generará un problema con los “antis”, y por ahí no mueve la aguja en la oposición fujimorista, ¿por qué estaría en agenda? En simple, porque el riesgo de que el ex mandatario fallezca en prisión es latente. Sus múltiples ingresos a UCI (el último de urgencia) durante este año así lo demuestran. Y un mandatario puede ser todo, menos inhumano. He ahí el dilema.

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