Juan José Garrido: Tiempo de definiciones

Como señaláramos ayer, el presidente Kuczynski tiene que definirse, lo que en la práctica significa o formar un gabinete para gobernar los próximos años, o formar uno que implique una declaración de guerra, con la eventual censura y posterior cierre del Congreso. Lo que no debería hacer el presidente Kuczynski es actuar con la cabeza caliente (lo que significa, en buen romance, seguir las diatribas de los áulicos que exigen subir la apuesta) o actuar sin sopesar las derivadas de cada decisión.

Y es que, si nos atenemos a lo ocurrido en las últimas 48 horas, pareciera que en Palacio no hicieron el esfuerzo de imaginar los distintos escenarios que se presentan. Por ejemplo: que el ex primer ministro Fernando Zavala presente la cuestión de confianza sin tener definido quién sería su reemplazo (de ser negada la misma). Por algo jurará mañana el nuevo gabinete, cuando lo pudo hacer hoy (a sabiendas de que en los próximos días el presidente tiene que viajar al Vaticano y, por ello, cada hora cuenta).

Por supuesto, lo más importante es el premierato. A quien designen supondrá por cuál camino desea transitar el presidente en los próximos años, si por el del cierre del Congreso o el de gobernar. En el bolo, hasta donde sabemos, se encuentran algunos dirigentes políticos conocidos (viejas glorias, como se dice) y algunos colaboradores cercanos al presidente. Sin entrar a discutir los nombres, pensemos en perfiles: ojalá sea uno que sepa maniobrar en las turbulentas aguas que deja atrás el gabinete Zavala, que pueda armar un equipo de trabajo, que tenga un claro programa de reformas y objetivos, así como buena correa para aguantar las críticas de quienes quieren dinamitar las relaciones con el Legislativo.

Después del premier se debe identificar al ministro de Economía. Miremos, de nuevo, perfiles: para empezar, aún se encuentra pendiente el presupuesto para 2018. Quien entre al MEF deberá poder negociar en buenos términos. Deberá ser alguien que transmita confianza, sepa negociar y tender puentes, además de conocer el encargo. Tarea difícil, por cierto.