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La mujer y sus circunstancias

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Tuve la suerte de verla con frecuencia. A veces por razones profesionales o académicas. La mayoría gracias a su amistad. Casi, podría decir, que la veía por razones familiares.
Me saludaba siempre de la misma manera. “Me gustó mucho tu artículo en el periódico…” y, luego de una pausa, decía un sonoro “pero…” seguido de la sugerencia de algo que pude decir mejor, de una crítica o de una discrepancia frontal.
Siempre empática. Sonriendo. Pero su empatía era severa. Exigente. No era regalada. La cercanía no significaba complacencia. Decía lo que pensaba. La amistad no era excusa para no ser sincera.
Pocas personas son tan claras en decir lo que piensan. Siempre de manera constructiva. Coincidir con ella era tan placentero como discrepar de ella.
Graciela Fernández-Baca (Chela) se fue esta semana. Tuvo la fortuna de irse como pocos se pueden ir: sin dejar nada pendiente. Sin dejar nada inconcluso. Habiendo hecho todo lo que tenía que hacer. E incluso mucho más.
Ocupó cargos de todo tipo. Fue funcionaria pública en casi cualquier cargo imaginable. Desde jefa del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), presidenta del Sistema Estadístico Nacional y miembro del Consejo Directivo de EsSalud, hasta investigadora en la Gerencia de Estudios Económicos del Banco Central de Reserva (BCR) y Funcionaria de la Superintendencia Nacional de Contribuciones (hoy SUNAT). Y, aunque era uno de los cargos que menos mencionaba, congresista. Si los parlamentarios fueran como ella, nada de la historia nefasta de los últimos años hubiera sido igual.
Pero también fue líder gremial y del sector privado. Presidió la Cámara de Comercio de Lima, fundó la Asociación Civil Transparencia y fue asesora del Consejo de Negociaciones Internacionales de la Confiep. Y si sigo enumerando, se me acaba la columna.
Y, sin embargo, nunca se complicó con un conflicto de intereses. Para ella las cosas eran siempre claras. Su regla era hacer lo correcto. No importa dónde estés ni a quién representes. Finalmente, quien hace siempre lo correcto, hace las cosas bien.
Ortega y Gasset acuñó “Yo soy yo y mis circunstancias”, que se ha parafraseado (en una aproximación sexista) como “El hombre es el hombre y sus circunstancias”. Chela demuestra que “La mujer es la mujer y sus circunstancias”. Nació en una época diferente. Para una mujer provinciana, si hoy las cosas son más difíciles que para un hombre, en su circunstancia y en su tiempo eran aún más complicadas. Sin embargo, dedicó su vida a dejar a los prejuicios plantados como postes y demostrar que es el poder propio el que nos impulsa. No perdió su tiempo reprochándole a los demás por qué no la dejaban ser lo que quería. De frente decidió ser lo que ella quería ser. Y lo consiguió.
Pero, sorprendentemente, su ímpetu en su vida pública fue superado por sus ganas de liderar a su familia y de empujarla a que sean como ella: antes de preocuparse en por qué los demás no hacen las cosas, hacerlas de frente.
Ojalá me pudiera decir si le gustó este artículo. Pero voy a extrañar más su “pero…” dicho justo antes de regalarme esas discrepancias que te hacen sentir que la vida vale la pena.
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