El panorama político mundial está teniendo un giro sin precedentes, con el triunfo de la extrema derecha en las últimas elecciones para el Parlamento Europeo, que han activado un terremoto político en varios países europeos, al extremo de que, en Francia, el presidente Emanuel Macron tuvo que anunciar la disolución de la Asamblea Nacional (Congreso) y convocar a elecciones adelantadas para el próximo 30 junio y el 7 de julio.

La decisión de Macron se da en el contexto del triunfo contundente de Marie Le Pen, que lidera a la extrema derecha, que habría derrotado a la alianza de centroderecha, que justamente lideraba Macron, por lo que no le quedó otra que recurrir a la disolución del Parlamento francés para adelantar las elecciones.

Los resultados electorales al Parlamento Europeo son contundentes en favor de la extrema derecha. Ganó en Alemania. Hasta el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania se sitúa en segundo lugar, por delante de los social-demócratas del actual canciller Olaf Scholz.

La misma historia se repite en Austria, donde los resultados preliminares declaran que el partido ultraderechista, Partido de la Libertad, es el virtual ganador. En Hungría también se repite la historia y se suma el triunfo del gobierno italiano posfascista que ha consolidado nuevamente en estas elecciones la presencia de la primera ministra, Giorgia Meloni, que se presentó como candidata testimonial -como un referéndum-, después de 18 meses ya en el poder.

Con estos resultados electorales, podemos inferir que se acabó el progresismo en Europa y que hay una corriente imparable de sectores nacionalistas y conservadores, que han logrado canalizar el descontento europeo con la crisis migratoria, las subvenciones y los programas sociales, y de hecho esto significará reducir drásticamente la prioridad de políticas contra el cambio climático.

El fantasma ahora se llama las fuerzas de la ultraderecha, como hace más de un centenar de años se temía el avance del comunismo, tal como describe en Francia de la época un manifiesto en 1850. Basta recordar lo que significó la Comuna de París en 1871.

A ver si rescatamos algo con lo sucedido en Francia, porque Macron, ante la desaprobación de su gobierno, decide dar un paso al costado, algo que en nuestro país rehúyen y, peor, nuestras autoridades no solo no entienden la desaprobación, sino que se sienten empoderados, aunque ya saben cómo van a terminar.

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