La justicia en su TINTA

240 años después, el modelo constitucional da independencia de poderes. Pero si Túpac y Micaela fuesen juzgados hoy, serían condenados con los mismos vicios.
La justicia en su TINTA. (Difusión)

Túpac Amaru fue sentenciado a morir descuartizado. Caballos atados, uno en cada extremidad, debían jalarlas hasta descoyuntarlas. No pudieron matarlo. Tuvo que ser decapitado. Su cabeza y extremidades fueron exhibidas en plazas como escarmiento. Antes, torturado sin delatar cómplices, se le amenazó con un dolor especial: presenciar violaciones masivas contra Micaela Bastidas, su esposa, compañera y cómplice en todo. Sin embargo, tan horrible como su muerte fue el proceso judicial que se le siguió.

Para mirarnos en el espejo de ese juicio, se pone en escena TINTA, obra de Sebastián Endowes y Malcolm Malca. Basada en estudios históricos, propone una verdad poética, con licencias de ficción para entender mejor la historia. En aquel lejano 1780, se abre Buenos Aires al comercio y desde allí se atienden suministros a las minas de lo que es hoy Bolivia. El sur del Perú pierde el privilegio del monopolio comercial, la economía decae. Escenario perfecto para rebelarse: los comerciantes contra los impuestos y los indios de a pie contra los trabajos forzados en las minas.

La derrota de Túpac se explica por dos artilugios. Primero, se le excomulga, bajo la excusa de andar diciendo, cual profeta, que su gesta había sido encomendada por Dios y que los que muriesen resucitarían al tercer día. Deserciones masivas por temor a la ira de Dios. Segundo, quien da batalla a Túpac no es el ejército realista, sino el del aliado Pumacahua. Indios contra indios. Lo que debía ser una guerra de castas, se convierte en una guerra de ambiciones.

TINTA reivindica a la mujer. Manuela Castelo, noble cusqueña, cuestiona los intereses de Túpac de ser el nuevo inca para cuando la rebelión triunfe.
Tomasa Tito Condemayta, casica de Accos, aporta su ejército, vital en las primeras victorias y gran estratega al advertir la derrota final en la batalla por Cusco. Capturado Túpac, Micaela lidera la rebelión. Derrotada, se entrega para decir su verdad en el juicio, aunque lo sabe perdido.

Un juicio sin independencia del poder judicial, aliado del poder político, mezclando elementos religiosos y políticos para sancionar crímenes legales, comprador de falsos testimonios interesados. 240 años después, el modelo constitucional consagra independencia de poderes en teoría. Pero si Túpac y Micaela fuesen juzgados hoy, serían condenados cometiendo los mismos vicios de entonces. TINTA resulta actual.

Otrosí: va en el Centro Cultural de la PUCP del 28 de marzo al 1 de abril. Entradas en Teleticket.

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