Justicia privada
Justicia privada

A veces, cuando se está sumido en la desgracia, conviene pensar de forma positiva. Una forma de hacer esto es esforzándose por buscarle un lado bueno a las cosas. En el pico del escándalo desatado por las coimas de Odebrecht, por ejemplo, con tantos políticos de pronto siendo expuestos tal y como son, pudimos aliviar nuestra resignación imaginándonos que esto serviría para que, ahora sí, la gente sea más prudente al votar. Sin duda una potencial consecuencia positiva derivándose de una tesitura nefasta.

El escándalo que hoy remece el Poder Judicial, no es una excepción. Mientras escuchamos indignados a múltiples funcionarios traicionando la justicia que debían impartir, podemos encontrar consuelo en que de repente, al fin, la ciudadanía empezará a valorar a aquellos que expusieron a estas personas con las manos en la masa. Quizá –solo quizá– esto sirva para recordarles a los escépticos el valor de la prensa libre.

Y es que difícilmente, cuando la justicia está controlada por una cofradía de “hermanitos”, podemos esperar que se haga justicia sin la necesaria presión de la prensa. Si los audios no hubieran sido expuestos por IDL-Reporteros y Panorama ¿Qué hubiera pasado? Lo más probable es que estos hubieran sido afanosamente desaparecidos por los mismos sujetos involucrados en las grabaciones.

El hecho de que la prensa solo le rinda cuentas a sus lectores y no al Estado, la inmuniza de ser parte de la cochinada, de hecho, esto la coloca en la posición ideal para sacarla a la luz. Además, la existencia de competencia entre medios de comunicación no solo garantiza que habrá periodistas persiguiendo con entusiasmo la mejor información, sino que también los obliga a cuidar cómo actúan, ante la posibilidad de que el público les retire su confianza y haga peligrar su presencia en el mercado. Algo que no sucede en un sistema público conducido por “compadres”.

Con este último escándalo la prensa ha demostrado, con creces, que es la que más se acerca a impartir justicia en el Perú. Y está claro, querido lector, que quizá usted no esté de acuerdo. Es más, quizá usted considere que los audios del CNM son parte de un golpe de Estado dirigido por los medios caviares. Pero ahí está lo lindo. Medios de comunicación hay para escoger, de todos los colores y sabores. Sistema de justicia estatal, lamentablemente, solo tenemos uno.

No cabe duda de que esto cae más en la categoría de “wishful thinking”, pero ojalá que surjan cosas positivas de tanta suciedad. Ojalá una de ellas sea la valoración de la prensa, nuestro ente de justicia privada que castiga las fechorías con el justificado escarnio de la ciudadanía y con la posterior y resignada acción del Estado.

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