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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Una de las preguntas importantes que he recibido en estos últimos días es sobre las características principales de mi "candidato ideal". Aprovecharé este espacio para adelantar que no tengo preferencias por uno o un grupo de candidatos. De hecho, votaré en blanco el 10 de abril, en defensa de mi independencia en estos próximos meses. Si el diario no va a tomar partido por un candidato, pues no tomar partido –a nivel personal– hace más sencillo ese trabajo.

Dicho esto, si tuviera que votar, creo que buscaría tres características para determinar en quién depositaría mi confianza. La primera es afinidad y empatía: con quién me sentiría más a gusto si tuviese que conversar un rato, quién creo que se interesaría más por mis problemas, y quién creo que tendría razones para entenderlos. Como dice Drew Westen en El cerebro político, con quién me tomaría un trago.

Ideas y propuestas son lo segundo: quién creo que defendería –mejor que otros– mi conjunto de creencias y valores, con quién tendría mayor "afinidad" programática e ideológica. La mayoría de personas cree que este es el principal eje en la toma de decisión electoral, pero no lo es; prima lo emotivo, y lo que normalmente ocurre es que racionalizamos nuestras decisiones (es decir, primero tenemos una preferencia emocional y luego defendemos nuestra decisión con razones técnicas e ideológicas).

Finalmente, quién creo que podría llevar adelante las propuestas que propone, así no me guste. Preferiría votar por alguien que puede llevar a cabo ciertas reformas, así no me parezcan las mejores, en lugar de elegir a quien me promete el oro y el moro pero que será incapaz de llevarlas a cabo (por falta de equipo, de conocimiento de gestión, de operadores, recursos, etc.).

Elegir no debería ser fácil. Si nuestra elección es obvia, pues perdemos una gran oportunidad de mirar alrededor, de reflexionar sobre nuestras creencias y, sobre todo, de investigar un poco más a nuestro(a) candidato(a). Las elecciones podrían ser un gran espacio de debate político y programático, pero para ello deben existir electores interesados en estos.