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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

De crecer a un promedio de 7% entre el 2005 y el 2010, creceremos –entre el 2011 y el 2015– alrededor de 4%, y la tendencia es a la baja. Esta diferencia de 3% en la tasa de crecimiento significa más de medio millón de peruanos que permanecerán en la pobreza por cada año. Es indiscutible la importancia que tiene el crecimiento, como también está demostrada la importancia que tienen, en el largo plazo, pequeñas diferencias en la tasa de crecimiento. Creciendo al 7% se duplica el tamaño de una economía en 10 años; creciendo al 4% se duplica en 18 años. Solo como ejemplo: la tasa histórica de crecimiento promedio por persona de Estados Unidos, el país más desarrollado del mundo, es tan solo de 2%… pero desde 1870.

La reciente etapa de altas tasas de crecimiento es el resultado, principalmente, de la alta tasa de crecimiento de la inversión privada. Ante esto, tampoco existen dudas: la correlación entre inversión privada y crecimiento de la economía es casi perfecta. Esa inversión estuvo motivada por el boom de precios, pero también por otros factores: clima de negocios, estabilidad política, entre otros.

De nuestra inversión actual, cerca de un cuarto de la misma es minera. Somos un país minero, qué duda cabe: primer productor de plata en el mundo, segundo de cobre y zinc, tercero en estaño y mercurio, cuarto de plomo y molibdeno, sexto de oro, y así. La minería no solo ha contribuido al PBI, como indicador y todo lo que representa, sino que brinda inversión a zonas alejadas y pobres, donde no llega el Estado muchas veces.

Desde el 2013, sin embargo, la inversión minera empezó a decaer. Del pico de US$9,700 millones, pasamos a US$8,650 millones en el 2014 y cerramos el 2015 en cerca de US$8,000 millones. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué factores han generado esta "tormenta perfecta"?

Antes de entrar a detallar las causas, es importante aclarar que las inversiones en sectores tan complejos como el minero se dan después de años de prospectiva, exploración y evaluación. La inversión puede tomar, en total, entre 8 y 10 años. La exploración minera también tuvo su pico en el 2012; hoy se invierte menos de la mitad, cerca de US$500 millones.

Tres factores explican, en mi opinión, la caída de la inversión minera en el Perú. En primer lugar, el enfrentamiento –exitoso, hay que decirlo– de sectores ideologizados (antimineros) a nivel nacional; sectores que, contraviniendo innumerables leyes, han impedido el desarrollo de proyectos aprobados bajo nuestra normatividad vigente. Ante ello, los gobiernos del ex presidente Alan García y del presidente Ollanta Humala han sido incapaces de presentar una estrategia inteligente, que permita sobrellevar este encono ideológico. Este frente, por si acaso, no decaerá: es el pilar de su estrategia política y de generación de rentas económicas.

En segundo lugar está el incremento del marco regulatorio: una reciente presentación del Dr. Julio Velarde, presidente del Banco Central, señala que hemos pasado de 10 normas en el 2003 a 79 normas en el 2011, hasta las 201 normas actuales. Esta "Gran Regulación" no solo se ha dado en la industria minera: por algo estamos en el puesto 127 sobre 144 países en peso regulatorio.

Finalmente están los precios de los metales. Han caído, sin duda, y ello llevará a revaluar muchos proyectos, pero ni son los peores precios ni son críticos: el oro se encuentra tres veces por encima del valor del 2003, y el cobre a más del doble. En otras palabras, son precios aún interesantes para las empresas mineras.

Estos años perdidos son, en mi opinión, irrecuperables. Si bien es cierto que aún existe un portafolio de inversiones interesante (que habrá que ver si salen), no existen muchas exploraciones y el portafolio de ampliaciones en tres años es casi inexistente. Peor aún, el avance tecnológico demandará cada vez menos metales.

Ante los precios no podemos hacer nada: es parte del vaivén económico global. Si se revierte la situación de la China, Europa y Japón hacen su tarea, Estados Unidos empieza a levantar cabeza, pues no necesariamente veremos –una vez más– otro boom de precios: para entonces, el grafeno podría ser barato, y las tecnologías para reciclar materiales también.

Para crecer por encima del 5% de nuevo, tendríamos que haber desarrollado otras competencias en los últimos 25 años: instituciones, educación, infraestructura, etc. Ya sabemos que ello no ocurrió; no, al menos, para crecer al 5% a base de tecnología o industria.

Frente a ello, ¿qué han propuesto hasta ahora los candidatos?