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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La elección de Jaime Saavedra como ministro de Educación fue una grata sorpresa para muchos; los que conocemos sus logros académicos y profesionales fuimos, desde el inicio, optimistas respecto del futuro de la educación peruana. Pasados los meses, el tiempo nos dio la razón. Sí, es cierto, aún no se ven resultados concretos si de ránkings se trata. Pero los cambios en la filosofía, objetivos, organización, métodos y otras variables van sirviendo como guías de lo que pronto, espero, veamos en dichas tablas comparativas.

El reto, siempre es bueno repetirlo, no es menor: estamos en el último decil de los comparativos globales (puesto 134 sobre 144 en cuanto a calidad del sistema educativo en el índice del Foro Económico Global). El trabajo será duro, las expectativas son altas, pero al ministro Saavedra y a su equipo se les ve enfocados, decididos y entusiasmados. Bien por los niños y jóvenes del Perú; probablemente tendrán una mejor educación que sus padres. Pero, ¿y de ahí? Cuando esos jóvenes se gradúen de la secundaria o del instituto técnico o de la universidad, ¿qué va a pasar con ellos? ¿Entrarán al sector formal, donde gozaron de los beneficios conocidos (vacaciones, gratificación, mejores ingresos, etc.)?

La respuesta es: no necesariamente. Y es que una cosa será estar mejor educado y otra poder integrarse al mercado laboral formal (al que hoy se integra solo el 25% de la población). La traba no será la educación, serán las leyes (o trabas, como preferían llamarlas) laborales.

Así como el gobierno nacionalista metió un golazo (y de media cancha) con la designación de Jaime Saavedra en el Minedu, debió (debería) pensar en lo mismo en el campo laboral. Claramente las elecciones en el Ministerio de Trabajo no siguieron la misma lógica o método. No quiero herir los sentimientos de nadie en particular, pero ni el Sr. Maurate ni los anteriores ministros son "esperanzas" si de reformas urgentes se trata. Ese sería el mejor regalo que este gobierno le puede dar al pueblo peruano: un buen ministro de Trabajo, que piense y actúe con garra e inteligencia contra el statu quo.