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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

A la mayoría de las personas no le interesan los pesados desvaríos economicistas sobre qué modelo es mejor, o qué reformas hacer, o cómo hacerlas. Son temas "teóricos", cuasifilosóficos, y por lo tanto alejados de la vida cotidiana, de lo "práctico", de lo que les importa realmente al trabajador y al empresario.

Con todo lo que me gustaría darles la razón a los pragmáticos, evitar el debate sobre políticas públicas es una torpeza sin fundamento: todo el acervo de reglas (buenas, regulares o malas) que nos rodean determina el conjunto de incentivos bajo los cuales interactuamos. Correrle al debate no es solo contraproducente, sino además iluso: igual se van a producir políticas buenas o malas y la diferencia estriba, entonces, en si nuestra opinión participa o no de ellas. El debate sobre qué políticas públicas debemos promover es, entonces, crucial para nuestro presente y futuro; obviarlo no significa que desaparecerá la producción de nuevas reglas (cambiando viejas o estableciendo nuevos parámetros), solo significa que estaremos apartados de la misma.

Dicho esto, sí importa entonces hablar de "modelos". De nuevo, no es ni soso ni teórico, es justamente lo más concreto cuando de revisar nuestras decisiones diarias se trata. Por ejemplo, el IGV: si está en 18% o 19% o 17% es un gran tema: implica mayores o menores recursos fiscales, mayor o menor disponibilidad de gasto y ahorro, impacta en la formalidad, y así. Y esto solo es un factor, una variable en discusión.

Antes de pasar a revisar nuestro "modelo", invirtamos unos minutos en entender qué es un "modelo". La mayoría de opinólogos saltan a la yugular alegremente discutiendo el "modelo neoliberal", y los liberales replican contra el "estatismo" y el socialismo reglamentista, y así. Por supuesto, para la mayoría de los trabajadores y empresarios este es un debate estéril; el problema es que, como ya hemos visto, no lo es.

Un modelo no es sino la sumatoria de las posiciones tomadas ante cada variable de política pública: régimen tributario (el cual se descompone a su vez en innumerables variables), régimen laboral, mercado de bienes y servicios, instituciones, consideraciones fiscales y monetarias, en un larguísimo etcétera. En realidad, no existe un modelo puro, ni aquí ni en la China; y si alguno cercano ha existido, ha sido el comunista, implantado en distintos países con iguales desastrosos resultados (Rusia, Cuba, Corea del Norte, Albania, etcétera). En el extremo económico liberal no están países "libres" en lo político (Singapur, Corea del Sur, Taiwán, por ejemplo). Entonces, cada país tiene su "modelo" y, si bien podemos encontrar afinidades en algunas cosas, son muy, muy distintos entre sí.

Veamos el caso peruano. En algunas cosas nuestro modelo es muy libre: por ejemplo, libertad de establecer precios en los productos y servicios. Salvo casos muy puntuales (electricidad, por ejemplo), casi la totalidad de los mercados de bienes y servicios permite a cada quien establecer los precios con los cuales salen a competir al mercado. Otros ejemplos serían la facilidad de importar y exportar (comparados con otros países de la región, el Perú está muy bien, no así con otros países más desarrollados) o la prudencia fiscal (aunque este gobierno no ha sido muy apegado a la regla) o el manejo de la política monetaria.

En otros, sin embargo, somos un desastre. El mercado laboral, en mi opinión, es el más llamativo: con todo lo que quieran creer –muchos, lamentablemente– que la regulación beneficia a los trabajadores, en la práctica es todo lo contrario: mayores regulaciones y costos laborales solo incentivan el traslado del trabajo del sector formal (de mayor productividad, mejores salarios y mayores beneficios) al informal (de paupérrima productividad, menores ingresos, nulos beneficios y, encima, en abierta ilegalidad la gran mayoría). ¿Por qué seguimos empecinados en mantener una política tan absurda y contraria a la experiencia y la razón? Porque, como dice Avinash Dixit en Haciendo políticas económicas (The Making of Economic Policy), para entender cómo acaban produciéndose las políticas económicas, uno debe investigar más lo que ocurre en el campo –práctico– de los políticos que en el –teórico– de los analistas económicos.

Si de reformas urgentes se trata, nada más importante hoy que las institucionales, tanto en la calidad como en la cantidad. No solo debemos aligerar la frondosa carga regulatoria (que hoy, más que cumplir una función positiva es espacio para la corrupción generalizada y barreras de entrada al mercado), sino además mejorar la calidad de las instituciones (Poder Judicial, organismos regulatorios y de control, partidos políticos, etcétera).

Ese es el debate central (y crucial) que tenemos por delante. Lo demás son fuegos artificiales para llegar al poder.

(director@peru21.com)