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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El futuro, como sabemos, estará en manos de aquellos con mayor capacidad de adaptarse a la incertidumbre y de innovar; léase, descubrir nuevos procesos, adaptarse a nuevas realidades, producir bienes y servicios que faciliten la vida y mejoren la productividad empresarial, entre otros.

El problema con la innovación (así, de manera general) es que muchos la entienden como un producto natural de una serie de factores, y no como un proceso activo, que se retroalimenta conforme avanza y establece un sendero de cambios y ajustes. En otras palabras, se nutre de la libertad (en todos sus ejes) y de saber lidiar (soportar, si prefieren) con la incertidumbre.

Sociedades abiertas y con las precondiciones institucionales y educativas existentes son, por ello, el paraíso de la innovación. Aquellos países anclados en los paradigmas político-económico-sociales del siglo XIX y XX son, de igual manera, aquellos retrasados y divergentes.

La Universidad de Cornell, la escuela de negocios INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual han publicado un estudio que analiza 128 economías y las ordena con base en los factores que promueven la innovación. Aparecen al tope Suecia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Finlandia.

¿Y Latinoamérica? Atrás… bien atrás. Chile, el mejor rankeado, aparece en el puesto 44, Costa Rica en el 45, luego México, Uruguay y Colombia en los puestos 61, 62 y 63. De media tabla para abajo: Brasil (69), Perú (71), Argentina (81), Ecuador (100) y Venezuela (120).

Este panorama, sin embargo, no es tan negativo frente a otros estudios. En el ranking de competitividad, sobre 140 economías, ocupamos el puesto 116 en el agregado (con algunos indicadores en el 123, como Capacidad del gobierno en proveer productos tecnológicos avanzados).

En general, la situación es calamitosa y no estamos avanzando ni al ritmo que deberíamos ni al ritmo que nos están prometiendo. Las cosas pueden, sin embargo, cambiar. Pero para eso se necesita liderazgo, mucho coraje y, sobre todo, un amplio acuerdo político. ¿Serán capaces las cabezas de entender la dimensión del reto y la oportunidad que se nos presenta?