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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace muy bien el presidente Kuczynski en quejarse del sueldo que recibe del Estado peruano. Mejor dicho, del sueldo que los peruanos consideramos debe recibir. Porque si bien es cierto que la reducción realizada por Alan García en el 2006 a 16,000 soles fue populista, ningún peruano hizo cuestión de ello. Y si bien es cierto que algunos tecnócratas levantaron sus plumas en un par de columnas, el resto de populistas (que son siempre mayoría) salieron a aplaudir.

En la opinión pública existe esta idea, o creencia, de que el funcionario público es una suerte de ángel-altruista que debe servirnos, de manera honesta y diligente, al menor costo posible, sin importar si maneja millones y asume una grandísima responsabilidad en el camino. Y pobre de él que firme, actuando de buena fe, el documento inadecuado (si es de mala fe o dolo, evidentemente hay que procesarlo, gane poco o mucho).

Hay un dicho, muy usado en el sector privado, que nos cae perfecto: "si pagas maníes, obtienes monos". Pues bien, algo de eso ocurre en el sector público peruano. Comparado a lo que reciben profesionales con la misma responsabilidad y manejo presupuestal, pagamos muy poco. Cierto, somos un país de ingresos medios, pero acá viene la cruda realidad: lo seguiremos siendo mientras pongamos al Estado en manos de personas que prefieren el sueldo público que competir en el sector privado. En el caso del presidente, por ejemplo, estamos pagándole 16,000 a una persona que es responsable de un presupuesto de 142,000 millones de soles. Dicho de otro modo, su costo de oportunidad es altísimo… ¿con qué cubre la diferencia? ¿Una medalla en el CV? ¿Ingresos privados? ¿Patriotismo, honor, etc.?

Es cierto que existen aquellos que ya trabajaron, ahorraron y quieren servir al país. Sí, y son héroes y hay que aplaudirlos. Pero son los menos. El incremento del salario presidencial no se debe, imagino, a que PPK quiera ganar más, sino a que es el techo de otros salarios (en una regla general). Debemos cambiar este sistema de incentivos, antes de que sea demasiado tarde. Paguemos mejor, y exijamos más.