notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La popularidad del presidente Ollanta Humala se ha recuperado del 14% registrado en junio al 23%, según nuestra última encuesta de Pulso Perú (agosto del 2015). En solo dos meses, el mandatario ha subido nueve puntos en la aprobación. ¿Sorprendente? Pues sí y no.

Si bien los números –siempre fríos– de los resultados económicos no deberían despertar el optimismo de muchos, en estos dos meses ha pasado de 21% a 26% el número de peruanos que creen que la economía se está recuperando. Como sabemos, más importante que la realidad son las expectativas; y así la realidad diga lo contrario, las expectativas han cambiado.

Expectativas económicas y popularidad están altamente relacionadas, hace mucho. Sorprende, no obstante, que siendo la seguridad la principal preocupación de los peruanos –que empeora día a día, como es visible–, igual hayan optado por favorecer al mandatario en esta última encuesta.

Por otro lado, los escándalos de corrupción salpican a casi todos los candidatos y líderes políticos. Sea Toledo con el caso Ecoteva, García con los 'narcoindultos', PPK y su nacionalidad, Keiko Fujimori y su patrimonio, o Urresti y el caso Bustíos, los peruanos no les creen a los políticos. El mandatario y la primera dama no se salvan, de ahí la bajísima aprobación (87% de los peruanos considera este gobierno malo o mediocre).

La fotografía actual es, en el mejor de los casos, sombría. Los sentimientos de "todos están mal" o "todos son corruptos" han desencadenado, en otros países, saltos al vacío (Castro en Cuba y Chávez en Venezuela son dos ejemplos). Muchos culparán de ello a la prensa, otros –la mayoría– reconocerán en la clase política a los principales responsables.

Y es que, valgan verdades, no hay día en que nuestros políticos no brinden razones para una crítica o denuncia. Partiendo por quienes se encuentran en el poder. Este ambiente promueve el resurgimiento de un populista, y si es del ala dura y corrupta, con mayor razón.

¿Qué hacer? Pues, en esto, no queda sino tirar pa' delante. Ni un centímetro a la corrupción.