Una. La primera víctima fue César Acuña, cuando le tiraron un huevo durante un recorrido en Huanta; después fue la lideresa de Fuerza Popular: visitando el mercado Unicachi (Villa El Salvador), un sujeto salió de su puesto y le tiró un huevo a la comitiva. Las cosas, por supuesto, no quedaron ahí: hace unos días, Alan García fue víctima de un "huevazo" en Santa Anita, y Keiko Fujimori, de nuevo, en Cajamarca.
Que un desadaptado agreda a un candidato presidencial ya es suficientemente malo, pero peor es el trato benigno que la sociedad y los medios les están dando a estos ataques. No se trata de un "huevo" como objeto de menor contundencia; a la candidata fujimorista le tiraron una piedra en San Juan de Lurigancho.
¿Quiénes están detrás de estas agresiones? ¿Por qué las autoridades, la seguridad y los medios minimizan estos ataques? ¿Qué estamos esperando para tomar cartas en el asunto? ¿Que una piedra u otro objeto tiña de negro estas elecciones?
Algunos medios han minimizado los incidentes, refiriéndose a ellos como un producto del "rechazo popular". ¿Es en serio? ¿Así es como premiamos los ataques en plena campaña electoral, al pintarlos como parte de una gesta política?
Dos. El ministro José Luis Pérez Guadalupe sostuvo ayer que, desde que se iniciara el estado de emergencia en el Callao, todos los indicadores de seguridad han mejorado. No sé en qué mundo vive el ministro del Interior. No solo el principal indicador –para no hablar de otros– ha empeorado y de manera brutal, sino que este dato ha sido informado casi a diario en los principales medios, incluido, por supuesto, Perú21. Las cifras de muertos se han duplicado año a año en el principal puerto: entre enero y febrero del 2015 hubo 17 muertos, y en el mismo periodo de este año, ¡25! Para los residentes, por cierto, la razón es (aunque parezca mentira) el estado de emergencia. Así que, lejos de servir para mejorar, está sirviéndole al crimen organizado. Si el ministro no sabe o miente descaradamente, igual debería dar un paso al costado.