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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Para intentar frenar la caída de esa colmena de corrupción que es el gobierno venezolano, Maduro convocó a la Policía, Ejército y Guardia Nacional, pero toda acción será vana. El socialismo del siglo XXI está en un ciclo descendente. Las bases que sostuvieron esta maldad –los Castro, un apoyo popular servil, la fabulosa riqueza petrolera y un sólido frente internacional cómplice– tambalean.

Los Castro negociaron con Estados Unidos la impunidad de su casta militar y familiar; el pueblo chavista odia a Maduro y los precios del petróleo seguirán bajos. El frente internacional —definitivo para cualquier proceso político latinoamericano— ya no tiene estímulo fiduciario y se nota un florecer moral internacional. Esta diplomacia "ideológica" solía ser hilvanada por Cuba. La fortuna petrolera la volvió una hueste muy eficaz. Captaron la OEA con Insulza (un lambiscón); organizaron Unasur (una OEA sin gringos); Rusia, China e Irán fueron su musculatura global; los presidentes de la región escupían venenosas reacciones de apoyos entre sí; en Naciones Unidas tejieron sólidos soportes y consiguieron apoyo europeo, dizque por compadrazgo socialista, pero en verdad por compras de armamentos, tecnología y consultorías. Ahora cambió. El izquierdista Almagro, secretario general de la OEA, le dijo "dictadorzuelo" a Maduro; su compadre Mujica le dijo "loco"; las salidas de Dilma y Cristina significaron perder Brasil y Argentina, y Samper de Unasur está cauto. Ya está en curso el revocatorio para sacar a Maduro, ya se apeló a la Carta Democrática, pero, para terminar de descalificarlos internacionalmente, hay que instalar embajadas democráticas en todas partes y multiplicar las voces de denuncia. Maduro y su régimen tienen un pie en el precipicio y el otro en una cáscara de plátano. Empújalos denunciándolos.