José Cevasco: Hasta hoy, solo naranjas huando

El último año del Congreso podría ser clave para mejorarlo; claro está, siempre y cuando "el elegido" se proponga sacar adelante las reformas que requiere este poder del Estado para corregir su imagen y estar en sintonía con la ciudadanía.

Hasta ahora con los precandidatos, naranjas Huando, no se escucha, no se lee, nadie dice nada. El debate se centra en quién tiene más probabilidades de ganar, no se abordan los profundos problemas de la institución, con lo cual la población percibe enfrentamientos y ansias de poder de sus congresistas.

Si bien el próximo presidente del Congreso será elegido con todas las de la ley por los votos de los congresistas hábiles –no participarán los que tienen licencia y los suspendidos–, lo que necesita es legitimidad, y esta solo se alcanza cuando la población da su visto bueno, lo cual no tiene nada que ver con que si el ganador es flaco, gordo, alto, chato o baila "La casa sola", interpretada por Kale o por nuestra queridísima Monique Pardo.

El peruano quiere que la campaña para la elección del presidente del Congreso no sea solo interna, en donde los precandidatos ofrecen a sus votantes (los congresistas) beneficios para contratar más personal y mejores ayudas logísticas y administrativas de cara al término del mandato o alguna presidencia de comisión. El peruano quiere una campaña externa, donde el próximo presidente presente ante la opinión pública propuestas de una agenda legislativa corta y acorde con las demandas de la sociedad, propuestas para mejorar el sistema de representación, que en la actualidad se trasluce en esfuerzos individuales de cada parlamentario, sin ningún efecto masivo en la población, así como un mensaje claro respecto a las acciones de control y fiscalización.

Pero también es la gran oportunidad de aprobar las reformas internas que el Congreso precisa en sus métodos de trabajo, que hoy están tan burocratizados como la empleocracia interna con un Congreso con más de tres mil empleados y un presupuesto millonario que podría ser reducido para la atención de otros sectores de la población.