Ya no sorprende que cada día un congresista o un ministro salga con cada pachotada. No sé si lo hacen para direccionar a la opinión pública o para distraer a la platea, o quién sabe si realmente son tan necios para salir con cada frase desubicada y hacer el ridículo a nivel nacional.
Que el ministro del Interior Santiváñez grite a los cuatro vientos que los audios donde está fanfarroneando sobre su designación a cambio de tumbarse a la Diviac, y en especial que diga que tiene el encargo de la presidenta Boluarte para hacerse cargo del coronel Harvey Colchado, compromete a este gobierno con ilícitos. Y se complica aún más cuando pretende negar su voz —eso ya es un insulto a la inteligencia de todos los peruanos—, negando lo evidente y buscando justificaciones delirantes, mostrando solo su cinismo y sinvergüencería.
Por otro lado, la propia presidenta cantando El Gato Ron Ron, seguro en referencia a su compadre Cerrón, y ahora la ministra Hania Pérez de Cuéllar nos sale con que los ciudadanos tenemos que rezar y pedirle a Dios que nuestras autoridades no sean tentadas por la corrupción, como si Dios tuviera algo que ver con las pasiones de concupiscencia del ser humano, sabiendo que los corruptos deciden de mutuo propio apropiarse de bienes públicos o reciben beneficios crematísticos a cambio de gestiones aprovechando el cargo que tienen.
Todas estas frases para el olvido son inverosímiles y muestran el grado de decadencia del gobierno, que no solo no ata ni desata, peor aún, se está yendo en picada con cada negligencia o exabrupto de los ministros de turno que terminan desacreditando al gobierno. Se incluyen aquí los gritos y golpes a la mesa del canciller Olaechea, que sin ningún desparpajo prefirió el show en su discurso, en vez de centrarse en una posición democrática y principista, para exigir el respeto de los resultados electorales y el fin del chavismo. Las actitudes del canciller nos han dejado mal parados y le han dado argumentos de victimización al régimen dictatorial de Maduro.
Lo que deberían hacer la ministra Hania y sus pares en este gobierno es rezar para ver si recuperan la memoria y cumplen sus compromisos asumidos, allá por el lejano 28 de julio del 2021, cuando se llenaban la boca, rabiosamente, y hablaban de luchar contra la corrupción.