PUBLICIDAD
El día de la vergüenza
Imagen
Fecha Actualización
Como todos en mi generación, respiré homofobia. Hace 30 años, una pareja homosexual me inspiró ternura, cuando a lo lejos creí ver a dos viejitos heterosexuales caminando de la mano. Reconocer el error no me quitó la buena onda. No había sino amor y complicidad.
Quince años después, enviudé de manera súbita y violenta, y me quedó una lección en la médula: el amor no se explica sino se vive al máximo, lo que dure. La comunidad homosexual ya reclamaba sus derechos de manera más abierta y frecuente, y me era obvio que la lección aplicaba igual.
Años después leí El cuerpo y la sociedad, de Peter Brown. Con abundancia de citas históricas, aclara cómo surgieron las creencias sobre sexualidad en los primeros siglos del cristianismo, basadas en ignorancia de la época y factores diversos. Entendí cómo incluso hoy las ideas sobre sexualidad humana tienen muy poca base. El primer estudio científico con data amplia sobre sexualidad humana es de 1948.
A la Iglesia católica le tomó 360 años reconocer su error con Galileo, en un proceso que hoy parece absurdo. Sin duda alguna, será más difícil resolver los conflictos con la sexología, que recién se inicia como ciencia y se arraiga mucho más hondo. Hoy se sabe que nuestra mente procesa en tres áreas muy distintas funciones básicas de supervivencia, emociones y pensamiento racional. Las dos primeras (cerebro reptiliano y límbico) generan reacciones mucho más rápidas y fuertes que la última (neocórtex). Cuando hablamos de sexualidad, se activan las tres, pero el pensamiento racional gatea mientras el resto atropella. Tal vez eso explique la carga violenta de las opiniones en una discusión que a la mayoría heterosexual no le afecta. Harto miedo.
Las personas de la comunidad LGTBI sufren discriminación. La aceptación social incide en la felicidad de las personas, y creencias extendidas los hacen sufrir. Incluso la creencia fundamental de que solo se puede nacer hombre o mujer resulta que no es cierta. Entre 0.05% y 1.7% de la población mundial nace con rasgos intersexuales. Eso equivale a la población de un país entre Uruguay y México. Y aun si fueran menos, tendrían derecho a ser felices, como las demás letras de la comunidad LGTBI. Eso requiere aceptarlos como son. Ser liberal obliga a respetar lo que no se entiende o comparte. Si uno defiende la propiedad privada, ¿hay algo más propio que tu cuerpo y más privado que tu sexualidad? ¿Un grupo social puede imponer sus creencias sobre la sexualidad de una persona? El Día del Orgullo LGTBI es el de la vergüenza que debería darnos cualquier fobia contra personas que merecen respeto en su vida privada.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD