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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La probable exclusión de César Acuña y de Julio Guzmán del proceso electoral presidencial daría inicio a uno nuevo, sin precedentes en las últimas décadas.

¿Adónde iría a parar esa cuarta parte de la torta electoral? Una cosa es repartirse lo significativo que dejaría Guzmán, y otra, las migajas que ya quedaban de Acuña.

¿Qué factores podrían tener importancia para la redirección del voto? ¿Interesa la edad, la región, el nivel educativo, el nivel socioeconómico? Quizá algo, pero lo que también podría incidir es lo que esperaba y lo que representaba para sus electores Julio Guzmán. Si el autodenominado outsider canalizaba la novedad, la renovación, sin importar su falta de experiencia, ideas difusas cuando no contradictorias, el electorado guzmalista difícilmente podrá llegar a apoyar a un casi desaparecido Alejandro Toledo o Alan García. Más aún, si a este último lo ubican como responsable de la salida de su candidato, como ocurrió con los seguidores de Álex Kouri, que fueron a parar a Susana Villarán y no a Lourdes Flores, más cercana políticamente que la ex alcaldesa.

Es probable que, en un primer momento, un porcentaje importante se dirija a la esquina de los indecisos para, luego de una pausa, dirigirse a otro candidato. Si bien PPK puede ser una alternativa, su estancamiento casi crónico puede ser un límite para atraer nuevos votantes. Lo nuevo estaría representado por Alfredo Barnechea y, en menor medida, por Verónika Mendoza, que pueden aprovechar también el hecho de que un sector del electorado aún no los conoce.

Pero, si la lucha encarnizada por el segundo impide la concentración de votos, dejaría al triunfador muy distante de Keiko Fujimori, quien sería la beneficiada de este juego de sillas, con lo que la posibilidad de lograr la victoria en segunda vuelta crecería. Sacar a Guzmán y Acuña no habría sido negocio.