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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Durante el 2015, ha crecido considerablemente el uso de líneas de crédito para financiar consumo y la disposición de efectivo de las tarjetas de crédito. Al mismo tiempo, han aumentado las colocaciones de tarjetas de crédito. Esta es una llamada de alerta para las entidades financieras (EF).

La explicación es obvia. Frente a la desaceleración económica, las personas tienen un menor ingreso disponible y una mayor necesidad de endeudarse para mantener el mismo nivel de gasto. De otro lado, las fuerzas de venta de las EF tienen incentivos económicos para colocar nuevos productos, pues gran parte de su ingreso proviene de variables generadas por nuevas colocaciones.

Aquí un ejemplo frecuente. Las EF ofrecen a los consumidores tarjetas de crédito preaprobadas con la misma línea que estos tienen con otra EF. Hasta ahí, todo bien. El problema es que no hay procesos establecidos para verificar que la actual tarjeta de crédito sea cancelada antes de entregar la nueva. Y es mediante este tipo de "fallas" del sistema que los consumidores terminan multiplicando su línea de crédito sin haber multiplicado su capacidad de endeudamiento.

En Chile, uno de los grandes ejes de la protesta que llevó a Bachelet de vuelta a La Moneda fue el reclamo ciudadano contra deudas consideradas impagables. Y es que tratándose de productos complejos, como los financieros, que son otorgados por grupos identificados con el tan mentado "afán de lucro", políticamente no basta con asegurar un consumo informado. Por eso, las EF deben tener en cuenta la sostenibilidad de la economía.

Campaña electoral más desaceleración son el caldo de cultivo ideal para que los políticos populistas echen la culpa a las EF de cualquier problema económico. Varios ya empezaron. Mi sugerencia: revisen sus procesos para colocar nuevos productos, alineando los intereses de la fuerza de ventas con una mayor responsabilidad financiera. Ganarán ustedes y ganará el público.