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Quítelo, Sr. Gobierno
“Me parece legítimo llamar al boicot y hacer plantones, pero me parece peligrosísimo insultar a los que van a ver la película y más peligroso aún (...) pedirle al gobierno que se pronuncie”.
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No me gusta la Paisana Jacinta. Aun si no fuera racista –que lo es–, lo encuentro burdo y estúpido (a duras penas vi los tráilers de la película). Ni por un segundo se me ocurre que haya que ponerle un sol, ni darle beneficio, facilidad o promoción alguna. Mandaría el programa a medianoche y para mayores de 18 años y, si hubiera manera de contabilizar el daño que hace al reforzar los estereotipos y prejuicios sobre los que se sostiene –y de los que se retroalimenta, el racismo–, habría que zamparle un impuesto parecido al que pagan el trago o los cigarrillos por el costo social. Pero, dado su éxito de taquilla, quienes pensamos así somos minoría.
No todos compartimos los mismos valores (inclusión, igualdad, etc., etc.) y hay un montón de gente que piensa que estamos enfermos, o locos, o que tenemos los valores y los calzones laxos, o una agenda para reducir la tasa de natalidad mundial preparándonos para la llegada de la gran lagartija espacial y el nuevo orden mundial. Van siendo menos, sí, pero todavía son más.
Me parece legítimo llamar al boicot y hacer plantones, pero me parece peligrosísimo insultar a los que van a ver la película y más peligroso aún –y contraproducente– pedirle al gobierno que se pronuncie.
Porque, ¿cómo te puede pedir el Estado o el gobierno –aunque lo haga amablemente y con guantes– que retires un producto sin que se pueda llamar a eso censura y cómo garantizas que mañana o más tarde un grupo más grande de ciudadanos que no piensa como tú le exija al gobierno que te pida –muy amablemente también– que retires tu obra de teatro, tu libro, tus palabras o lo que sea porque ellos se sienten ofendidos?
Eso. La beligerancia no siempre es inteligente.
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