Un poquito de empatía

Según el presidente del Consejo Nacional de Seguridad Vial, Omar Revolledo, la inseguridad vial afecta a unas 50 mil personas al año. En 2016 se registraron más de 2,600 muertes por accidentes de tránsito. Ni los ‘marcas’, ni los asaltantes al paso, ni los secuestradores, ni las pandillas, todos juntos, matan y afectan a tanta gente. En el caso de algunos choferes, deberíamos replantear el apelativo: un sujeto con decenas de infracciones graves que atropella a un representante del orden para darse a la fuga no es un conductor temerario, es un delincuente.

Basta pararse en cualquier esquina de alguna avenida de alto tránsito. No interesa qué marca o tipo de auto ni cómo se vea la persona que lo conduce, todos son animales. Escuchaba en el Country a dos señoras comentando que, en Berna, los semáforos tienen botones para que la luz cambie cuando alguien necesita cruzar la pista y no “por gusto”. Hace 20 años es así.

El año pasado un salvaje golpeó a una policía de tránsito hasta mandarla al hospital y la semana pasada, mientras cruzaba Javier Prado Oeste a unas cuadras de la Av. Brasil, un micro se subió a la vereda de la berma central ante el desgano de unos policías que dormitaban en un patrullero nuevecito.

La seguridad vial y el ordenamiento del tránsito son inseparables. ¿Y el alcalde? Haciendo obras que no sirven y se caen. ¿Y el ministerio? Este… ¿haciendo ventanillas digitales? No seamos Suecia, pero tampoco Beirut por lo salvajes que somos para manejar.

PD. Vecino, cuando dices que te vas a reír de la cara de los que no quieren el indulto, ¿por qué, en vez de acordarte de Mónica Sánchez, no te acuerdas de Rosa Rojas Borda, la mamá del niño de 8 años al que el Grupo Colina –enviado por Montesinos y Fujimori– le metió 11 balazos y un tiro de gracia en la frente?