Europa sin extremismos

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Carlos Meléndez,Persiana AmericanaImprovisados análisis en nuestro medio dan cuenta de un sismo luego de las recientes elecciones europeas. Para Raúl Tola, por ejemplo, "anuncian tiempos de dramáticas definiciones en todos los países comunitarios" (sic). Pero un análisis menos extremista y más prudente descarta esta apresurada alarma.

La victoria del Frente Nacional francés (26%) y del PPD danés (25%) los ha convertido en las principales fuerzas políticas en sus respectivos países. También ha sorprendido la alta votación de neo-nazis en Grecia y Alemania. Pero ello no significa un cambio significativo en las correlaciones políticas europeas.

El politólogo Cas Mudde pone paños fríos a esta evaluación cuando señala que la derecha extrema perdió representación en tantos países como en los que venció. Así como estos partidos ganaron sitios en Francia, Dinamarca, Austria, Alemania, Grecia y Suecia; perdieron en Italia, Reino Unido, Rumanía, Bélgica, Bulgaria y Eslovaquia. Así, estamos ante un fenómeno circunscrito a Europa Occidental. La extrema derecha perdió representación en Bulgaria, Rumanía y Eslovaquia. En conjunto, los partidos radicales mantienen su peso irrelevante en la mayoría de los estados comunitarios europeos.

Se ha tratado de explicar el voto a favor de la extrema derecha europea como una reacción a la crisis económica pero –como insiste desde hace tiempo Mudde–, este argumento tampoco se sostiene. Esto sucede solo en la reflotada Grecia. En aquellas naciones menos afectadas, estas fuerzas no han crecido. De hecho, Alexandre Afonso encontró una pequeña y moderada correlación negativa entre desempleo y votación por la extrema derecha. Solo cuando la crisis económica se enmarca en términos de identidad nacional, el discurso extremista es exitoso.

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