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Redacción PERÚ21

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Lo ocurrido en Orlando ha llevado a muchas autoridades y ciudadanos del mundo a pronunciarse en contra de la homofobia. No son hechos aislados. Destroza vidas en diferentes partes del mundo, y el Perú no es la excepción; pero el presidente Ollanta Humala no solo ha mostrado indiferencia ante las demandas de los colectivos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales que lo apoyaron en 2011.

Cuando sucedió la desgracia, tuiteó unas condolencias que pasaron inadvertidas. Tarde, pero lo hizo. Y no pudo escribir la palabra homofobia. El homofóbico no se reconoce homofóbico. Y un gobierno tampoco asume su homofobia, prefiere cargar con sus muertos en silencio.

Como bien escribe Regina Limo en "Diga homofobia, señor presidente", Humala debe entender que la homofobia es un problema tan grave como el machismo y el racismo. Se espera que el nuevo jefe de Estado lo entienda así.

Es realmente una vergüenza que al señor presidente le aterre pronunciar la palabra y asumir que la discriminación, como el odio, y sus manifestaciones en homofobia, bifobia y transfobia no existen en el país que le tocó gobernar.

Da vergüenza y es ridículo. ¿Se acuerdan cuando se aprobó el matrimonio igualitario en los Estados Unidos? La prensa le preguntó y el señor dijo que si bien tiene una opinión sobre el tema, debe respetar "las decisiones soberanas y temas de asuntos internos de cada país" (El Comercio). A Humala no le preguntaron por un conflicto bélico o por la realidad política estadounidense. Lo interrogaron sobre los derechos civiles de millones de personas, y salió con la excusa de que cada país tiene sus particularidades y sus propias realidades. Sí, señor Humala. Su país, mi país, tiene una trágica realidad.

Desde el 2008 a la fecha, 99 peruanos han sido asesinados por su orientación sexual, según el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos y la Red Peruana TLGB. Usted nunca se preocupó por los crímenes de odio, no propició un encuentro con la comunidad.

En su gobierno de la inclusión, excluyó deliberadamente. Si a eso no le llamamos homofobia, ¿qué nombre podemos ponerle? También se llama oportunismo. No era oportuno que el presidente tocara una "papa caliente" que dinamitara su alicaída popularidad. Y como, según las encuestas, la gente no aprobaba masivamente la Unión Civil, se impuso el silencio.

Un presidente que se llena la boca con la palabra inclusión y que pretende decirnos que su gobierno sí llegó a todos los peruanos, olvidó a los LGBT de una manera descarada. ¿Lo recuerdan corriendo cuando le preguntaron qué pensaba de la Unión Civil? Lo recuerdan haciendo malabares para decir que tenía una opinión, pero que no podía interferir.

En el Perú, no hay derechos para las personas LGBT. Y Lima no tiene una ordenanza en contra de la discriminación. Susana Villarán la esquivó, no pudo o quién sabe. Y Castañeda ni caso.