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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Cuando se empezó a hablar de la posible alianza entre el Apra y el PPC, algunos congresistas pepecistas salieron a decir que si la alianza se concretaba, pedirían licencia.

No dijeron que darían la batalla interna, pero que si perdían acatarían la decisión. No. Dijeron que si la alianza se daba, pedirían licencia. O sea, no acompañarían al partido en esa aventura electoral, y se alejarían mientras dure la alianza. Se entiende que era porque no podían admitir –ni personal ni públicamente– una unión política de esta naturaleza. ¿Consecuencia o pose?

Pues bien, la unión ya se estableció. Y es más, la lideresa del PPC formará parte de la plancha presidencial, algo a lo que se negó a hacer con otras agrupaciones con las que el PPC negoció, según versiones difundidas.

¿Cumplirán su palabra estos congresistas pepecistas "principistas" y pedirán licencia, o, con tal de no perder protagonismo, aceptarán formar parte de la lista al Congreso a cualquier precio?

No se trata de una cosa menor. Porque si los políticos que dicen querer renovar la política empiezan por no cumplir su palabra, por engañar a la población y traicionarse a sí mismos con tal de tener su curul a cualquier precio, y nos van a venir con aquello de que lo hacen "porque sus bases se lo piden", "porque el país y las circunstancias lo exigen", o porque "son disciplinados soldados de su partido", entonces, ¿de qué renovación estamos hablando?

Pero eso no es todo. Hace apenas dos semanas, las dos facciones del PPC –entre las que estaba la facción a la que pertenecen los congresistas que anunciaron que pedirían la licencia– se acusaron, insultaron y denunciaron mutuamente, frente a todo el país. Las denuncias no fueron pocas ni leves. Hoy, sin que nada se haya resuelto, se abrazan y celebran juntos una boda política con el Apra. ¿Pose o consecuencia?