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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Corresponderá a los penalistas opinar si es justa y equilibrada la pena de seis años y ocho meses de prisión a la que ha sido condenada una ciudadana por agredir a un suboficial de la Policía Nacional del Perú.

Si lo es, la justicia ha puesto una valla bastante alta y ha generado un precedente que ojalá sirva para impedir que, en el futuro, tanto hombres como mujeres que se sienten todopoderosos agredan a la autoridad por hacer cumplir la ley.

Nos queda la duda si otros casos, en los que se ha atacado, golpeado, y hasta secuestrado y atropellado deliberadamente a efectivos policiales, han sido medidos con la misma vara, y los agresores o agresoras están condenados a una pena igual o superior.

Pero esperamos que de aquí en adelante todos estos casos de agresión a los efectivos sean resueltos bajo las mismas reglas.

No se puede pretender y exigir que las autoridades judiciales impongan precisamente su autoridad para defender a los ciudadanos y para hacer cumplir las leyes, mientras que, por otra parte, los ciudadanos faltan el respeto, cuestionan a la autoridad y hasta agreden a quienes tratan de que la ley se cumpla. Nadie está por encima de la ley.

Pero por otra parte, corresponde a las autoridades ganarse el respeto y la confianza de los ciudadanos.

En las últimas semanas se ha difundido una serie de informaciones que mostraban los rostros de más de una decena de malos policías que formaban parte de bandas de extorsionadores, o que secuestraban a un ciudadano y le robaban en una comisaría. Esto, que lamentablemente no es una novedad, constituye una situación gravísima que debiera ser sancionada con la misma rapidez y con el mismo peso de la justicia. Nadie está por encima de la ley.

Solo el respeto mutuo entre ciudadanos y autoridades, en este caso la Policía, puede ayudarnos a sobrevivir como sociedad civilizada. Por eso, hay que erradicar el delito y el abuso de ambas partes.