Enfermo  imaginario
Enfermo imaginario

Se frustró la censura a la ministra de Economía, María Antonieta Alva, pero quedaron no pocas postales de la insondable caja de sorpresas que es hoy el Congreso de la República. No fue esta vez el zafarrancho de combate en que se ha convertido Acción Popular, cuya bancada votó de todas las maneras posibles, menos unificada y coherentemente, la que protagonizó, sin embargo, las peores escenas de la jornada, sino el candidato más votado en los últimos comicios parlamentarios: Daniel Urresti.

El cuestionado legislador de Podemos Perú, conocido ya por su verba criolla, con la que pretende siempre acercarse a lo que él debe considerar el populacho, exhibió en público –al querer dársela de gracioso– una de sus facetas menos presentables. El exoficial del Ejército peruano hizo una desubicada alusión a la sexualidad del presidente Martín Vizcarra al referirse al caso Richard Swing, empleando repugnantes metáforas sexuales cuyo significado a nadie escapó.

Luego de recibir el correspondiente apanado mediático y una masiva condena en las redes sociales, Urresti se apresuró a pedir disculpas por la vulgaridad de sus comentarios, impropios de un congresista.

Llevar a la agresión personal una polémica que debió mantenerse en el cauce de la ética y la lucha contra la corrupción terminó por retratar al personaje, que hace dos semanas demostró, más bien, una vergonzosa falta de entereza y hombría al hacerse el enfermo para frustrar la audiencia del proceso judicial que se le sigue por el asesinato del periodista Hugo Bustíos. El “enfermo”, no obstante, se recuperó rápidamente días después para unirse de manera muy activa al desafortunado intento de vacar la presidencia promovido por el antaurismo, representado en la Comisión de Fiscalización del Parlamento.

Todo indica que Urresti quiso ganar cámara una vez que sus argumentos populistas para desaparecer los fondos de pensiones fueron contundentemente rebatidos por el congresista Francisco Sagasti, quien demostró que, de prosperar tan infeliz idea, el Perú se convertiría en una nueva Venezuela. Populismo, homofobia…: ya se encargará el Poder Judicial de completar el retrato.

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