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Empatía pública
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La relación entre administrado y funcionario público es compleja, a veces difícil y en ocasiones muy tensa. Por eso, una de las tareas pendientes en la función pública es hacer más humana esta relación, para ello se requiere que se trabaje el concepto de atención al público de manera profesional y se otorguen los recursos económicos para que toda persona sea atendida en un lugar adecuado, seguro y cálido.
A nadie le gusta que lo multen y menos que le clausuren su local, peor aún que le decomisen o retengan mercadería. Las personas que son multadas llegan a las instancias públicas en las que se imponen sanciones, molestas, irritadas, confundidas e iracundas. En estos tiempos de pandemia esta interrelación que debe ser segura desde el punto de vista sanitario, también debe considerar el aspecto emotivo de la persona que ha infringido la norma, porque en esta época de crisis económica sancionar crispa los ánimos.
Esta relación debiera tener lugares amigables donde atender adecuadamente a las personas, lamentablemente eso no ocurre. En mi opinión, toda institución pública debe contar con un presupuesto especial para atención al público y poder explicar con calma las razones de la sanción, el proceso y orientar respecto de los mecanismos de defensa.
Sancionar es complicado, pagar una multa es difícil y en esta época un enorme sacrificio, pero las condiciones de convivencia establecidas por las normas administrativas deben cumplirse y en esta realidad el Estado no puede abandonar su función y esta debe ser realizada con energía.
Disclaimer: Quien escribe esta columna es precandidata al Congreso de la República por el Partido Morado.
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