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El otro tesoro de Atahualpa
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A punto de ser ejecutado en Cajamarca, Atahualpa se sintió burlado. Había entregado para su liberación dos cuartos repletos de plata y uno de oro, pero igual fue condenado a muerte. Esa abundancia despertó la codicia de los conquistadores. Fantasearon con el Dorado, una ciudad de metales preciosos. Nunca la encontraron. Pero se toparon con algo más valioso. Se cuenta que, en las tertulias con las que aliviaba prisión, Atahualpa contaba sobre las minas. Lo hacía sin malicia, porque para las culturas prehispánicas se extraía lo que se necesitaba, cobre para utensilios domésticos y plata y oro para la liturgia. La conquista lo cambia todo, se extrae para vender. Las minas dan mineral solo en apariencia, porque lo que comercialmente producen es plusvalía pura. Fueron tales las ganancias que se acuñó una frase para el recuerdo: vale un Perú. Ese fue el verdadero tesoro que entregó Atahualpa.
La minería revolucionó la economía del Perú naciente. Es verdad que hemos tenido booms económicos: lanas, guano y salitre en el siglo XIX; caucho y harina de pescado en el siglo XX. Pero solo la minería se ha mantenido en estos 500 años. Recientemente, pudimos aprovechar el gran boom minero de este siglo. Con los excedentes se redujo la pobreza y se financiaron programas sociales. De haber seguido así, tendríamos ahora una sociedad con menos carencias y más bienestar. Pero turbulencias políticas y sociales impidieron nuevas inversiones. Conga no fue, Las Bambas se paralizó buen tiempo y Tía María tampoco va. Como resultado, dejamos de ser un país atractivo para invertir (data del Instituto Fraser) y las zonas alrededor de los proyectos paralizados son las que sufren de mayor pobreza (data del INEI), según noticias de esta semana.
La minería genera controversia. La minería informal es la que produce servidumbre laboral, explotación sexual y depredación ambiental. Por eso debiera ser desterrada sin excusa alguna. En cambio, la minería formal tiene otros desafíos, conciliar criterios con las comunidades sobre protección al medio ambiente y distribución de beneficios. Esos conflictos deben ser resueltos con urgencia, porque mientras no existan otras fuentes, la minería seguirá siendo el centro de toda la economía. Pero nuestra atención anda por otros lados. Los asesinatos, suicidios y pandemias preocupan más. Pero no debiéramos perder de vista temas más estructurales, la minería históricamente nos ha dado de comer. Con ella a medio ritmo tendremos penurias. Tenemos que recuperarla para seguir creciendo.
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