Los informes de agencias e instituciones especializadas en el clima y sus fenómenos atmosféricos coinciden en la inminencia de un fenómeno de El Niño Global fuerte en nuestras costas.

Lejos de apurar las medidas de prevención en estos pocos meses que quedan de margen, nuestras autoridades del gobierno central y de los gobiernos subnacionales parecen, sin embargo, estar gozando todavía del verano largo, en sayonaras y aletargados por la canícula.

Pero esto no es broma. Según cifras del Ministerio de Economía, los gobiernos regionales no han ejecutado ni el 50% de su presupuesto para la prevención de desastres en 2023. Y en las regiones del norte del país, que serían las más golpeadas, el nivel de ejecución presupuestal para este tipo de obras de contención es para llorar.

Según la página de Consulta Amigable del MEF, los gobiernos regionales de Tumbes y Lambayeque no gastan hasta ahora ni el 10% de su presupuesto para reducción de vulnerabilidad y atención de desastres naturales. Ica y Piura, que son regiones con mayor presupuesto, registran, no obstante, avances de únicamente el 17.6% y 20.4% respectivamente.

David Tuesta, del Consejo de Competitividad, señala con justa razón que este pobre nivel de ejecución, producto de una gestión no solo mala, sino deplorable, demuestra el fracaso de la descentralización. Una coyuntura en la que el gobierno central tiene también una responsabilidad, pues le toca acelerar los procesos normativos para que los desembolsos para las obras de prevención sean también más expeditivos.

Es imperdonable la inanidad de las autoridades locales, que se explica, en la mayoría de los casos, en darle más importancia a la politiquería y a inversiones dudosas que suelen terminar en beneficios particulares u obras públicas de corto alcance. Ello, sin mencionar los recurrentes casos de corrupción que tarde o temprano salen a la luz respecto a administraciones con similares índices de ejecución.

El Niño ya está tocando la puerta y todo indica que la tirará abajo. Cuando la tragedia comience a asomar, ya sabremos quiénes son los responsables.

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