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El ministro Neyra debe ser censurado
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El activismo y el sesgo político del Ministerio de Cultura ya es desvergonzado (aunque mucho peor es que le hayan dado contratos a Richard Swing). Hace no mucho le otorgaron financiamiento público a una película que glorificaba al líder troskista Hugo Blanco, exguerrillero y asesino de un policía. Ahora acaban de hacer lo mismo con el difunto político marxista-leninista Javier Diez Canseco, eterno inquisidor jacobino (bastante ligero al acusar, en mi opinión) y gran enemigo de la inversión privada (fue uno de los que impidieron que Camisea se concrete en 1988), además de haber planeado –sin concretar- su partido, el PUM, una insurrección guerrillera en Puno que iba a contar con la “ayuda logística y experiencia” del MRTA (lo cuenta el mismo Víctor Polay en su libro “Revolución en los Andes”, página 147) y de ser suspendido del Congreso por un indiscutible conflicto de intereses (era apoderado de unas acciones de inversión de familiares directos al mismo tiempo que presentó un proyecto para convertir esos títulos en acciones comunes, que tienen derechos políticos y de propiedad, amén de mayores dividendos).
Es un escándalo que con nuestros impuestos se esté así glorificando exclusiva y recurrentemente a líderes políticos de determinada corriente ideológica (extrema izquierda), pues un ministerio no existe para esos favoritismos con fondos de todos hacia películas de propaganda política. ¿Ya qué personaje comunista sigue para financiarle otra nueva película apologética? ¿Ledesma? ¿Dammert? ¿Marco Arana? ¿Verónika Mendoza? ¿Hasta Polay?
Como responsable político, el ministro de Cultura, Alejandro Neyra, se presentó en julio pasado en el Congreso por el revuelo que causó la financiación al film sobre Hugo Blanco y se comprometió allí a que esto no vuelva a repetirse. Como ha ocurrido de nuevo, eso significa que Neyra debe ser censurado o renunciar.
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