(Facebook: Whitman Ríos)
(Facebook: Whitman Ríos)

El gobierno continúa su política de nombramientos cuestionables en distintos ámbitos del Estado. Práctica que, según no pocos observadores, empeorará conforme pasen las semanas, pues la legitimidad y el liderazgo de Castillo siguen debilitándose a paso ligero, y cuadros competentes no es que le queden ya muchos a la mano.

En esta oportunidad se trata del general (r) Whitman Ríos Adrianzén, a quien le acaban de asignar la jefatura de la Dirección General de Inteligencia de la Policía Nacional (Digimin). Un oficial cuestionado desde su época como responsable del Frente Policial Huallaga, cargo del que fue separado por filtrar información que terminó alertando al bando enemigo, entorpeciendo, por ejemplo, la búsqueda de Artemio, uno de los últimos cabecillas del terrorismo senderista, durante el 2011.

¿Y quién estaba al mando del equipo policial que iba a la caza de este terrorista, cuyas pesquisas se vieron perjudicadas por las infidencias que cometía Ríos antes de que lo destituyeran? Pues nada menos que Harvey Colchado, entonces mayor de la PNP.

Es decir, más claro ni el agua: han puesto al mando de Digimin a un oficial que en la institución se le conoce por desatinado y lenguaraz, pero que al mismo tiempo es un antiguo enemigo del actual líder del equipo especial de la Policía que está tras los pasos del sobrino presidencial Fray Vázquez y del exministro Juan Silva. No es necesario ser demasiado zahorí para colegir que su prioridad será vigilar o ensuciar el trabajo del coronel Colchado, quien, a partir de la fecha, tendrá que estar bajo sus órdenes.

Y, más allá de ese posible encargo presidencial, debemos recordar también que la Digimin es una unidad clave en la lucha contra la corrupción, uno de los contenciosos que están hundiendo al gobierno de Castillo. Escándalos no solo “mediáticos”, como pretende hacer creer el mandatario, sino denuncias respaldadas por documentos, testimonios voluntarios y hasta dinero contante y sonante, como el encontrado durante una intervención fiscal en Palacio.

Poner a un oficial con los antecedentes de Ríos Adrianzén al mando de investigaciones que deben realizarse con la máxima reserva y prolijidad no es, obviamente, otro acto de torpeza: su designación, a todas luces, apunta a cubrir las huellas de un gobierno que día a día se ve cada vez más cerca del abismo.