El costo de la discriminación
El costo de la discriminación

Alessia es una ejecutiva peruana que trabaja en Chile desde hace 10 años. Hace un tiempo recibió una atractiva oferta laboral para volver al Perú, donde se encuentran su familia y amigos. Pero decidió rechazarla, pese al amor por su país y los suyos. Es que ella es una mujer trans y le preocupaba la discriminación que tendría que enfrentar acá en su desarrollo profesional y personal.

Fiorella también es peruana. Ella vive en el Reino Unido y hoy se siente plena. Allá no solo ha alcanzado el éxito académico en su campo, también lleva más de 20 años de casada y, junto a su esposa, son madres. Su hijo crece en una sociedad libre de los prejuicios que a ella, como mujer lesbiana, le hicieron tanto daño. Volver significaría exponer a su familia, la cual, además, no sería reconocida por las leyes peruanas.

Estas son algunas de las historias que han sido recopiladas por un estudio pionero, presentado esta semana, sobre las dinámicas de migración de peruanas y peruanos LGBTQ. Es el producto de ocho meses de trabajo que mi despacho parlamentario ha realizado junto a la asociación Más Igualdad Perú, con el apoyo de la Embajada de Canadá.

El objetivo ha sido investigar cuál es rol que cumple la discriminación y la violencia en la salida de peruanos LGBTQ hacia el extranjero y en qué medida la intolerancia en nuestro país está ocasionando una fuga de talentos. Para esto se realizó una encuesta a más de 700 personas, la cual fue complementada con varias entrevistas a profundidad.

Los resultados son impactantes.

El 60% de las y los peruanos LGBTQ en el extranjero contaron haber sido discriminados mientras vivían en el Perú. Solo uno de cada diez aseguró que aquí podía expresar su orientación sexual o identidad de género de manera completamente abierta. En contraste, el 90% asegura que eso sí es posible en el lugar en el que vive ahora.

Sobre las motivaciones para dejar el país, se impone la búsqueda de mejores oportunidades profesionales o académicas. Sin embargo, hemos encontrado que la homofobia y la transfobia terminan determinando que busquen dichas oportunidades en el extranjero. También influye al elegir el lugar donde radicarse e incluso en la reticencia a volver.

El 80% de los encuestados expresa que la ausencia de leyes de reconocimiento y protección LGBTQ –como la ley de matrimonio igualitario o la de identidad de género– fue importante en su decisión de irse. Y un porcentaje similar –76%– señala que no tiene planeado volver al Perú. La mayoría expresa que para considerarlo tendría que haber un cambio cultural y legal considerable.

Ahora bien, algo importante a tener en cuenta es el nivel de especialización encontrado en las personas LGBTQ que deciden y tienen la posibilidad de emigrar al extranjero. La mayoría de encuestados cuenta con estudios superiores completos y casi la mitad incluso con especialización de posgrado. Esta información es clave, pues da cuenta de que existe una evidente fuga de talentos en el Perú. Son personas calificadas que en un contexto inclusivo y de igualdad plena podrían estar desarrollando sus capacidades aquí.

Así, la discriminación no solo es un problema jurídico y moral, es también un problema económico: el Perú está perdiendo competitividad al perder estos recursos humanos. Personas que se llevan su creatividad, innovación y ganas de trabajar a países donde pueden ser ellos mismos. Donde pueden aspirar a un desarrollo de su personalidad sin ataduras ni violencia, para poder ser felices. Es talento peruano que podría estar en el país ayudando a su progreso, si no fuese por la homofobia y transfobia tan presentes en nuestra sociedad.

Esperamos que este informe permita visibilizar esta problemática, y ayude a ampliar la discusión sobre las consecuencias de la discriminación en nuestro país. Especialmente con los líderes del sector público y privado que separan la agenda económica de la de derechos humanos, centrándose en la primera e ignorando la segunda.

La evidencia nos demuestra que ello no es posible: son indesligables. El verdadero desarrollo solo es posible si nos ocupamos de las personas y su bienestar.


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