Mucha información falsa se divulga por redes sociales. (GEC)
Mucha información falsa se divulga por redes sociales. (GEC)

Es sabido que, desde la antigüedad, el chisme, el rumor, ha sido siempre un arma política que a la larga –sumada a distintas movidas sociales o institucionales– ha terminado socavando grandes poderes, llámense monarquías, dictaduras, e incluso a gobiernos legítimos. En las democracias modernas, sin embargo, la fuerza del chisme se debilita y hasta se disuelve ante la información de la prensa seria, que investiga y verifica los hechos gracias al derecho legítimo de la libertad de expresión.

En estos tiempos de redes sociales con millones de usuarios en cadena intercambiando información de manera informal, prosperan, en cambio, los sitios que difunden trascendidos, no verificados, según intereses diversos, moldeando la realidad al servicio del cliente, sean estos lectores ávidos de confirmar sospechas extravagantes –la tierra es plana, el coronavirus se cura con lejía, Alan García está vivo, somos gobernados por reptilianos– o bien poderes políticos ocultos que se benefician con ciertas campañas de desinformación.

Es cuando el viejo recurso del chisme premeditado se convierte, ya más estructurado y orientado, en lo que hoy se conoce como “fake news”.

Ello y no otra cosa fue el rumor difundido el día de ayer sobre la renuncia de la ministra María Antonieta Alva –por presuntas discrepancias con el presidente respecto al “impuesto de solidaridad”– que salió de una de estas páginas especializadas en el género de noticias falsas, siempre al rentable servicio, desde luego, de conocidas fuerzas políticas, que cuando ya no son tan populares, recurren, como ahora, a tretas como la filtración de “datitos” con la finalidad de desestabilizar.

La ciudadanía debe tener muy claro que los medios de comunicación formales y serios –como Perú21– con una trayectoria de años, con periodistas que dan la cara, con nombre y apellido, y que no andan buscando “likes” a cualquier precio, son los que le darán la versión más cercana a la realidad de aquello que está sucediendo fuera de las pantallas de los dispositivos. Porque el único compromiso del verdadero periodismo, como el que hacemos en esta casa, es con la verdad.