Los incendios forestales en la sierra y selva del Perú nos dejan una lección clara: la crisis climática existe y este tipo de fenómenos serán cada vez más comunes. En un país tan diverso como el nuestro, las llamas no solo destruyen nuestros bosques, sino que también amenazan el futuro de las próximas generaciones. Ante esto, surge una pregunta urgente: ¿cómo estamos educando a nuestros jóvenes para enfrentar un mundo lleno de desafíos ambientales?
La educación escolar debe ser el primer frente de acción. Necesitamos formar jóvenes que sean agentes de cambio, con habilidades que les permitan anticiparse a los desafíos y diseñar soluciones sostenibles. La empatía es clave para que comprendan el impacto de sus acciones en el medioambiente, y el liderazgo y trabajo en equipo esenciales para movilizar soluciones colectivas que prioricen la sostenibilidad.
Se necesita una mirada de prevención de futuras crisis donde los estudiantes sean capaces de identificar riesgos ambientales antes de que se conviertan en desastres y sean capaces de encontrar el equilibrio en un mundo con recursos cada vez más limitados. Además, es fundamental promover una cultura de sostenibilidad, que los impulse a tomar decisiones que garanticen el bienestar de la naturaleza y de sus comunidades a largo plazo.
La educación ambiental no debe limitarse a la reacción ante problemas, sino formar ciudadanos comprometidos en prevenirlos y crear un futuro sostenible. Ante la devastación que estamos viviendo, educar jóvenes preparados para liderar el cambio no es solo importante, es imperativo.