Africano
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Inmigrantes africanos bajando de un bote y corriendo a toda velocidad para llegar a una playa en Cádiz. Los cuerpos de una mujer y su hija flotando sobre tablas de lo que quedaba de su precaria embarcación, a la que más de un país les negó entrada. Son imágenes que han dado la vuelta al mundo ante la mirada atónita de muchos, y la indolencia de varios líderes internacionales.

España se ha convertido en el destino principal de los que cruzan el mar en busca del sueño europeo. La mayoría llega de Argelia y Marruecos, países usados como paso. La interminable ruta migratoria comienza en Nigeria, Sudán, Somalia, Siria, Egipto, Mali o Costa de Marfil donde las personas pagan lo poco que tienen, a traficantes que ofrecen llevarlos a un mejor destino, por una interminable ruta que incluye al desierto del Sahara.
En muchos de los casos, los migrantes cruzan el estrecho de Gibraltar, la estrecha masa de agua que separa a Marruecos de la Europa continental que se ha convertido en una ruta clave. El pasado lunes se registró, sólo en España, una cifra récord de rescates en el Mediterráneo. En tan solo dos días, se salvó a 1200 personas que huían de la guerra, la persecución, los desastres naturales y la pobreza.

Por si fuera poco, luego de abandonar su casa y recorrer miles de kilómetros superando numerosos peligros hacia lo desconocido, muchos de los que inician la llamada “ruta de la muerte”, son vendidos en "mercados de esclavos", como si se tratará de una mercancía, en épocas de las grandes culturas de la historia antigua de la humanidad.
Según una investigación de la BBC, empleados de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) tienen datos comprobados de la existencia de estos mercados humanos en Libia donde los más jóvenes son comprados para trabajar; otros como cebo para exigir un rescate a sus familias; o como esclavas sexuales, en el caso de las mujeres.

Algunos migrantes, sobre todo de Nigeria, Gana y Gambia, son obligados a trabajar para los secuestradores o traficantes sexuales como guardas en las casas de secuestro o en los propios mercados. Libia ha pasado de ser una suerte de refugio, a ser un agujero del infierno bajo la sombra del conflicto sangriento y el vacío político que siguió a la muerte de Gadafi. Aunque todavía no hay cifras oficiales, testigos han contado cómo en esa ruta han visto los restos, en pleno desierto, de decenas de africanos que fueron abandonados por los conductores de los vehículos que los transportaban.
Ante la problemática que crece de manera desordenada y parece escaparse de las manos de las autoridades, los líderes europeos buscan un mecanismo que permita el ingreso progresivo y controlado de inmigrantes a sus fronteras. Muchos de ellos han ofrecido una cifra determinada de acogida pero en la mayoría de los casos, la asistencia ha sido mucho menor.
El Papa Francisco como cabeza de la iglesia católica, ha propuesto a los países involucrados, que en el actual escenario, se tiene que ampliar las posibilidades para que los refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino. Se debe buscar un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar.

Se espera que un mayor número de países adopten programas de patrocinio privado y comunitario, y abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables. Propone, prever visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos. Y finalmente asegura que las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales del ser humano.

El drama de los inmigrantes africanos no es el único en el mundo. Similar situación padecen aquellos que buscan llegar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro, la mayoría de México y Centroamérica, lo que ha empeorado con la política migratoria del presidente Donald Trump. O los miles de migrantes venezolanos que huyen de la crisis humanitaria en Venezuela, con el régimen chavista de Nicolás Maduro, y cuyos destino son varios países de la región entre ellos el Perú, pero de estos temas trataré más extensamente en mis próximos artículos.


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