(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Como en cada presentación de un nuevo gabinete en el Congreso de la República, en busca del anhelado voto de investidura, el recién estrenado premier ofrece el oro y el moro para obtener el respaldo parlamentario.

En este caso, el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, ha diseñado sus planes sobre dos ejes fundamentales, que ya los había anticipado: la inseguridad ciudadana y la reactivación de la economía.

Faltó, no obstante, y fue lo que le reportó pertinaces reprimendas y cuestionamientos por parte de algunos parlamentarios, una autocrítica seria en el tema de la transparencia y la corrupción, por ejemplo, a propósito del caso Rolex.

Y es que Adrianzén no podía ir al Parlamento y mencionar un punto de quiebre en la lucha contra la corrupción y no decir ni pío sobre el escándalo que ha tenido maniatado al Ejecutivo en los últimos días.

Fuera de ello, ha sido correcto anunciar que habrá “mano dura” contra la delincuencia y declarar a la organización criminal Tren de Aragua como enemigo número uno del país. Claro que hasta ahora se trata solamente de buenos propósitos, pues habrá que ver cómo se materializa y si hay el compromiso real de emprender la lucha contra este flagelo, pero al menos tiene claro el tema.

Lo ocurrido con la designación del anterior ministro del Interior y la gran interrogante sobre el nuevo no permite ser muy optimistas, pero habrá que darle el beneficio de la duda.

En materia económica, igualmente, ha señalado que el Gobierno busca generar un impulso “firme y sostenible” de la economía, después de la caída de 0.55% del PBI en 2023. Adicionalmente, agregó que está comprometido en mantener unas “finanzas públicas saludables”.

En su discurso anunció, asimismo, medidas de austeridad en la administración pública. “En este gobierno no habrá ninguna farra, y menos con los recursos de los peruanos. No al dispendio, no viajes innecesarios. Contrataciones con perfiles y productos entregables auditados, esas son y serán las reglas” proclamó muy enfático.

Nuevamente, las palabras, los discursos, los ofrecimientos, las promesas, son similares a quienes lo antecedieron en el cargo. La pregunta del millón que continúa sin respuesta es cómo lo hará, y de eso los peruanos todavía no tenemos pistas.


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