Foto: Andina.
Foto: Andina.

Hace unos días Dina Boluarte calificaba a la prensa peruana de “tendenciosa” y exigía a los medios que repitan una noticia las 24 horas del día. Ayer, el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, repitió el sonsonete. Se puso en modo cantinflesco e intentó marcar la pauta en los medios de comunicación y hasta asignarles comisiones con entrevistados que, se supone, tienen la aprobación del Gobierno.

Al cuestionado funcionario, que anda patinando un día sí y el otro también, le molesta que los medios entrevisten a algunos exministros y no les hagan ‘preguntas incómodas’, como se había hecho con la jefa de Estado. Los hombres de prensa, dijo, deberían enfocarse en las “buenas noticias” sobre el país… como si estas abundaran o cuando menos existieran, de parte del Gobierno del que forma parte.

Pretendiendo dar cátedra sobre lo que debería ser el trabajo de los periodistas, Santiváñez insistió con que se debería dar espacio a exministros “con una trayectoria sólida” dándose el lujo de sugerir una serie de nombres propios que, según él, serían voces autorizadas sobre temas de Estado. En realidad voces que coinciden con él.

La jefa de Estado, en la misma línea, ofreció hace dos días una conferencia de prensa donde sus respuestas fueron mayormente evasivas y acompañadas incluso con cuchicheos con quienes estaban cerca de ella y no pocas sonrisitas burlonas.

Dos actitudes muy similares en el fondo, que evidencian un gran desprecio por la opinión pública que se expresa justamente a través de los medios de comunicación y las instituciones de la sociedad civil.

En ese sentido, es completamente antidemocrático el giro de Palacio respecto del rol de la prensa, cuya función es plantear interrogantes que, en efecto, podrían ser incómodas para las autoridades, pero que representan las dudas y legítimas preocupaciones de los peruanos.

El Congreso, la presidenta –y por extensión, sus ministros, por mucha vocación de sobones que tengan– no deben olvidar que se deben a la ciudadanía, sin cuyo voto no estarían hoy donde están.

Y es deber de todo periodista ser la voz inquisitiva de los ciudadanos. Si al Gobierno le molesta que se critiquen sus políticas o se investiguen casos de inconductas o malos manejos que los involucran, tendrán que acostumbrarse: pese a todo, el Perú sigue siendo una democracia.