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[Opinión] Hernán Díaz: Legislando desde la ignorancia
“El Derecho Penal Internacional ya ha dado los derroteros necesarios para tener políticas en materia penal que permitan satisfacer las necesidades mínimas de cada país”.
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El art. 139, inciso 22, de la Constitución menciona que “(…) el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad”. En Derecho Penal existen muchas teorías sobre la función de la pena. Disuasión, sanción o reinserción. La más aceptada es la de rehabilitación y reinserción del delincuente a la sociedad. Sin embargo, para que este supuesto sea viable, el sistema penitenciario debe cumplir con condiciones mínimas que, en el Perú, prácticamente no existen.
El hacinamiento en las cárceles, la conectividad de los presos, las bandas y la corrupción, entre muchas otras causales, impiden que el delincuente camine hacia la rehabilitación. Como resultado, más de un 25% de presos es reincidente. Y muchos de ellos son asesinos y violadores de menores. En consecuencia, el fin perseguido por la norma no es, en lo absoluto, una realidad. Por otro lado, habilitar la pena de muerte o la castración química no son más que titulares producto de frases inconscientes de quienes no conocen de Derecho Penal ni de salud mental. El Derecho Penal Internacional ya ha dado los derroteros necesarios para tener políticas en materia penal que permitan satisfacer las necesidades mínimas de cada país. Sin embargo, le toca a cada Estado establecer políticas en términos de sanidad mental y educación sexual que reduzcan significativamente los índices delictivos.
Dejemos de lado la sanción y enfoquémonos en la prevención y, sobre todo, en el efectivo cumplimiento de la pena. Si el delincuente viera en el sistema penitenciario peruano un verdadero calvario, lo pensaría dos veces. No es realmente relevante desgastar el debate en las penas, sino en la educación y en la firmeza de la sanción. No les enseñemos a nuestras hijas e hijos a defenderse, enseñémosles a no atacar y a no abusar. No aumentemos las penas, hagamos que las que existen se cumplan, pero eficazmente. Estar a merced de legisladores que ignoran los estándares mínimos de legislación solo nos lleva a propuestas populistas, idiotas y tribuneras. Y seguimos.
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