De vueltas con la pandemia

“En España, cuyos índices de contagio y letalidad superan con creces la media europea, nos empezamos a preguntar qué estamos haciendo mal. Si es que algo se hace mal”.
De vueltas con la pandemia

De forma plenamente consciente intenté escribir estas últimas semanas sobre temas ajenos y distantes al “tema” que planea sobre la vida de todos nosotros desde hace poco más de medio año.

No se trataba de negar su realidad, sino de expresar que puede haber vida más allá del coronavirus.

Lo cierto es que, una vez más, la realidad se ha hecho presente de forma imperativa, insoslayable e ineludible.

En España se vuelve a las cifras que nos llevaron al confinamiento.

Las unidades de cuidados intensivos empiezan a colapsar, especialmente en Madrid. Vuelve a llamar la atención la falta de previsión, porque lo cierto es que en los dos meses de descanso que hubo entre el fin de la primera etapa y la actual no se trabajó en ello. Es verdad que hubo verano de por medio, y la memoria, junto con los helados, pareció derretirse.

El virus, como si nos siguiera con una antena tan malévola como inteligente, ha cambiado de objetivo. Ya no son los ancianos. Ahora ha puesto su mira en los jóvenes entre 30 y 40 años.

Mientras tanto, la economía sigue su proceso de deterioro alarmante. Las cifras de desempleo se elevan. Hay sectores como el de hoteles, cines, teatro (los que representan la vida lúdica de cada cual) que es probable nunca se recuperen.

En España, cuyos índices de contagio y letalidad superan con creces la media europea, nos empezamos a preguntar qué estamos haciendo mal. Si es que algo se hace mal.

¿Es un tema de simple mala suerte? Sí o no, los muertos superan los 30,000 y, en términos estadísticos, la media de vida de la población ha perdido un año. Algo que no se veía desde el siglo pasado.

La (mal llamada) gripe española fue mucho peor en su rebrote, allá por 1918.

No sé qué nos aguarda ahora, pero, por favor, ni neguemos la realidad ni bajemos la guardia.

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