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De mal en peor

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Hace no tanto, se discutía la vacancia del presidente Kuczynski debido a un claro conflicto de interés, al haber participado su empresa en la estructuración de un financiamiento mientras él era funcionario público.
Dos personajes se rasgaban dramáticamente las vestiduras, haciendo un juego en pared: el vicepresidente Vizcarra y el congresista Villanueva quien, finalmente, con la jugarreta planeada por Mamani y Fuerza Popular (lo siento, no me importa si descansa en paz) fue el mayor propulsor de la renuncia del presidente, dañando la honra de quienes lo rodeaban con la esperanza de construir un país distinto en el que “las matemáticas, la música y la actividad física” tuvieran, todas, un espacio.
Recuerdo que el discurso inaugural de Kuczynski dejaba un halo de esperanza; que resultó demasiado corto. Algunos años después, la impresión es que, mientras un proyecto de bienestar iniciaba, otro corría paralelamente, listo para anularlo. Para ninguno resultaba el Perú suficientemente importante como para sacrificar egos, unir fuerzas y sacar a millones de la pobreza, la desnutrición y el desaliento.
Las portadas de ayer de los principales diarios (no sé aún qué dirán los programas dominicales) fueron brutales: una cosa es postergar la investigación de una nota farandulera y otra ignorar acusaciones de colaboradores eficaces con lujo de detalles y, al parecer, pruebas que irían más allá de la palabra de unos contra la del otro.
Lo más duro de aceptar es que, solo tal vez, en medio de la crisis sanitaria, la debacle económica y el malhadado desempeño del Congreso, el mal menor (siendo inaceptable) podría resultar también el mantener al cuestionado presidente hasta que esta etapa de la pesadilla termine.
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