De Argentina, con amor de vacuna

Así que la vacuna tendrá patente británica, ropa mexicana pero corazón argentino. ¿Pudo tener corazón peruano?
(Foto: Pixabay)

Ahora la vorágine es la de las vacunas. De los tantos proyectos, cinco parecen muy adelantados. Desgraciadamente chinos, rusos y americanos compiten para ver quién llega primero, cuando de lo que se trata es de saber llegar, como se canta en la ranchera. La política ha podido más que la urgencia. Para otra epidemia será. La vacuna más cerca de nosotros es la que viene desarrollando la Universidad de Oxford con la farmacéutica AstraZeneca en el Reino Unido. Se requerirán unos 250 millones de dosis para América Latina, sin Brasil, que sigue su propia ruta. A esa escala, se necesitan instalaciones colosales y se ha tenido que dividir el trabajo. Las dosis serán fabricadas por mAbxience en Argentina y serán envasadas por Liomont en México. No hay instalaciones suficientes en un solo lugar para tanta tarea.

Así que la vacuna tendrá patente británica, ropa mexicana pero corazón argentino. ¿Pudo tener corazón peruano? Los nuevos laboratorios de mAbxience costaron unos 40 millones de dólares. Esa plata la teníamos o la podíamos conseguir de cualquier inversionista al que se podía atraer con las hasta hace poco excelentes condiciones macroeconómicas del país. Sin embargo, el laboratorio funciona con 150 científicos en biotecnología, biología, bioquímica y química. Y eso sí que no lo tenemos, pero Argentina sí y a pastos. Argentina arruinó su economía. Al empezar el siglo XX era la séptima potencia en el mundo. Al terminar era uno más del barrio. Pero mantuvieron su política educativa, que había iniciado Domingo Faustino Sarmiento en 1860.

En los programas deportivos argentinos se discute, se atropella y pareciera que sobra narcisismo y soberbia. Pero atienda a lo que se dice y descubrirá lógica, razonamiento y fortaleza argumental que deslumbra, aunque no esté de acuerdo, aunque ya estuvo bueno de tanto Messi. Pasa igual con el taxista, con el que te atiende en el restaurante, o en la tienda, o en el hotel, o con quien se converse. Dejando de lado las elles y las erres arrastradas, hablan bien y piensan bien. Eso es pura gimnasia educativa desde chiquitos. En medio de sus tantas turbulencias, por suerte o por convicción, mantuvieron un sistema educativo que ahora todos vemos lo valioso que es.

Reflexionemos sobre eso, porque cuando se controle la epidemia, muchas cosas las tendremos que hacer desde el principio. Pongamos en agenda la educación científica. Mientras tanto, quietecitos, hasta que llegue la vacuna. Será, si los éxitos ocurren como se espera, a mediados del próximo año, con el bicentenario.


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