"Curiosamente, hacía muy poco que Mijail Garrido Lecca me había pronosticado que la izquierda gringa estaba tan desesperada con el favoritismo de Trump que posiblemente a alguno le intentaría asesinar". (Foto: Perú21)
"Curiosamente, hacía muy poco que Mijail Garrido Lecca me había pronosticado que la izquierda gringa estaba tan desesperada con el favoritismo de Trump que posiblemente a alguno le intentaría asesinar". (Foto: Perú21)

Después de este atentado fallido, todo indica que, si bien Trump ya era el favorito para ganar la presidencia en noviembre, ahora se la va a llevar al galope. Tal como le sucedió al brasileño Bolsonaro tras ser acuchillado, esto va a llevar a las nubes a Trump. Veamos hoy a quién elige como su vicepresidente en la Convención Republicana, que eso puede afianzar aún más sus posibilidades si nomina al latino Marco Rubio.

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Curiosamente, hacía muy poco que Mijail Garrido Lecca me había pronosticado que la izquierda gringa estaba tan desesperada con el favoritismo de Trump que posiblemente a alguno le intentaría asesinar. Acertó. Es que los magnicidios políticos no son raros en USA. Allá han asesinado a varios presidentes (Lincoln, Mckinley, Garfield y Kennedy) y políticos de mucho peso (Huey Long, Martin Luther King, Bobby Kennedy). Casi matan a los presidentes Truman (terroristas portorriqueños) y Reagan, y dejaron paralítico a George Wallace, un tercer candidato muy importante en 1972, que fue abaleado por Arthur Bremer. Curiosamente, uno de esos magnicidios fue determinante para que Perú pierda definitivamente la guerra con Chile.

Resulta que James Blaine, el entonces republicano secretario de Estado, era anglófobo y panamericanista, por lo que se mostró properuano respecto a esa contienda y así quiso obligar a Chile a que acabe la guerra sin recortarle territorios al Perú. Blaine incluso escribió que Perú no estaba en guerra con Chile, sino con Inglaterra. Al parecer, Blaine, a cambio, quería una base naval permanente de USA en Chimbote. Lamentablemente un orate llamado Charles Guiteu asesinó al presidente James Garfield, quien fue sucedido por su vicepresidente Chester Arthur, quien reemplazó a Blaine por Frederick Frelinghuysen, un republicano que oscilaba entre la indiferencia y la chilenofilia. Así, Perú perdió un respaldo que habría cambiado su destino. Por eso se decía que la bala asesina de Guiteau le hizo más daño al Perú que todas las balas chilenas juntas.

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Pilar Conecte