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Redacción PERÚ21

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Dardo López-Dolz,Columnista invitadoEs muy mala idea pretender utilizar fórmulas que resultaron eficaces para vencer el terrorismo a la hora de enfrentar la creciente inseguridad ciudadana producto de la delincuencia.

Cuando un país enfrenta la amenaza del terror, es entendible que su gobernante solicite apoyo a la prensa, ya que las agrupaciones terroristas buscan justamente sembrar terror en la población multiplicando su efectividad a través de la caja de resonancia mediática.

Pero cuando la población de un país enfrenta una escalada criminal, tanto en número de delitos como en la diversificación y ferocidad de los mismos, es pésima idea pedir que la prensa no le dé importancia.

La delincuencia común y el crimen organizado aprovechan el desconocimiento del ciudadano sobre su modus operandi para sorprender a sus victimas. Por lo tanto, mientras más informada esté la población acerca de las formas contemporáneas de criminalidad, menos expuesta estará a ser sorprendida. La prensa debe informar.

Las cosas no dejan de ocurrir solo porque no nos cuenten acerca de ellas. Nadie sana acusando al médico de alarmista, sino reconociendo que está enfermo. Perú está enfermo de inseguridad creciente grave, aunque el termómetro descompuesto de la estadística policial diga otra cosa en su eficaz afán de convencer a sucesivos ministros de que hay más de percepción que de realidad.

Resulta iluso creer en la estadística elaborada por el propio evaluado, así como resulta ingenuo no aceptar que el número de denuncias decrece o crece según la población esté convencida o no de su inutilidad. Un buen inicio sería permitir denuncias en línea o por teléfono, sin necesidad de "ratificarse" y dejar de escudarse en la "percepción". La tecnología contemporánea provee herramientas para verificar rápidamente el origen de la denuncia y la identidad del denunciante.

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