[OPINIÓN] Ana Jara; “¡Hostia, que la justicia es ciega pero no tonta”. (Foto: gob.pe)
[OPINIÓN] Ana Jara; “¡Hostia, que la justicia es ciega pero no tonta”. (Foto: gob.pe)

Los peruanos estamos cansados de que la corrupción y oscuros personajes marquen la agenda política del país. Solo la devastación de gran parte de nuestra costa norte y centro y zonas de la sierra y la Amazonía por efecto de los cada vez más frecuentes fenómenos climatológicos, nos distrae por momentos de la trágica realidad que atravesamos: los altos niveles de descomposición social que ha penetrado lo más profundo de nuestra sociedad y a la que los medios de comunicación y redes sociales nos devuelven como una enfermedad crónica, que los operadores de justicia se esfuerzan en controlar pero no pueden curar.

Esta realidad no solo cansa sino que genera impotencia, rabia, desconfianza. Estamos predispuestos a leer entre líneas o interpretar a contrario sensu (sentido contrario), las versiones oficiales de los poderes públicos sobre asuntos del quehacer nacional, el descreimiento es generalizado y eso afecta la paz social, la vida en comunidad.

Y en este escenario, personas sindicadas de corruptas y que en muchos casos han confesado  motu proprio (voluntariamente) haber cometido delitos en la búsqueda de beneficios penales, parecen manejar doble discurso, uno ante los magistrados y otro ante la opinión pública. En el primer caso, se comprometen a aportar pruebas que demuestren el grado de responsabilidad de sus coautores o actores de reparto en la trama criminal, van soltando a gradualidad lo que les conviene confesar, según cómo vayan las investigaciones o los destapes de la prensa de investigación. Y en el segundo, se presentan con caras compungidas, con voz susurrante, frases evasivas en variadas entrevistas, no dejando pasar la oportunidad para mandar mensajes encriptados que se interpretarían como de “amedrentamiento” a su entorno que disiente con ellos o los niegan, o que se mantienen en la sombra o clandestinidad y que les conviene permanezcan así.

Los ciudadanos nos enteramos de los hechos a través del avance de las investigaciones pero no porque estas personas cuestionadas nos digan abiertamente hasta dónde llegaron los tentáculos de las mafias y alta traición de funcionarios públicos a la nación.

Cuántas veces hemos creído, a raíz de la caída o entrega a la justicia de estos personajes, que por fin vamos a conocer la verdad y acabar con la impunidad, pero todo resulta ser flor de un día.

¿Dónde están los aportes de trascendencia de Karelim López, Zamir Villaverde, Beder Camacho, Bruno Pacheco, Hugo Espino, Sada Goray, José Luis Fernández Latorre, Salatiel Marrufo y recientemente Jorge Hernández ‘El Español’, paradójicamente de dejo caribeño? Este último en roadshow en los medios buscando mejorar su imagen, señalando que nunca habló ni coordinó nada con el golpista de Pedro Castillo, etcétera. ¡Por favor! La justicia será ciega (para ser imparcial) pero no idiota.