Consumatum Est (todo está consumado)

Prime Minister Boris Johnson speaks during Prime Minister's Questions in the House of Commons, London. (Photo by House of Commons/PA Images via Getty Images)

Tras el resultado de las elecciones británicas, está todo dicho: el Reino Unido se irá de donde quizás nunca quiso estar. De la Unión Europea.

La victoria de los Tories, que ya anunciaban las encuestas, que no creíamos los que pensábamos que el divorcio no se daría, admite muchos titulares: es abrumadora, histórica, inapelable, contundente.

Los liberales, con Corbyn al frente, han sido humillados. Han perdido en sus territorios naturales, en el ‘Muro Rojo’ laborista. Su derrota pone en evidencia que la ambigüedad respecto a la Unión Europea no le reportó beneficios. Al contrario. Pero lo que destaca más es que sus propuestas no han resistido el paso del tiempo: hablaron, sin éxito, de nacionalizar, socializar... lo que algún malvado ha calificado de paleontología política.

Johnson, político que juega a la vulgaridad (Trump simplemente lo es), estrafalario, mal educado, y machista (a él se debe la frase: Si votas Tory, tu auto irá más rápido y tu novia aumentará una talla de sujetador) ha demostrado haber sabido conectar con el pueblo británico, quien le ha dado la mayoría absoluta en el Parlamento y, con ello, el blindaje necesario para llevar el Brexit a su estilo.

Ahora bien, algunas consideraciones más arroja el resultado de estas elecciones: En Escocia ha triunfado con rotundidad el partido nacionalista. No se sabe si es deseo de separarse del Reino Unido, o la fobia por verse fuera de la Unión Europea, donde querían permanecer. Por otro lado, en Irlanda del Norte los resultados arrojan muchas dudas y no son halagüeños.

Por encima de todo, lo que ha quedado claro es que la duda no se planteó entre votar a derechas o izquierdas, sino Brexit sí, o Brexit no. Ganó el sí. Consumatum est.

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