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Redacción PERÚ21

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Jaime Bayly,Un hombre en la lunahttps://goo.gl/jeHNR

¡Tienes que hablar con Enrique, tienes que llamarlo! Ya, mamá, eso haré, ¿y qué quieres que le diga? Háblale como su hermano mayor, aconséjale, dile que no termine su matrimonio. Tomo nota de tu preocupación, mamá. Ahora me ha dicho que van a ir a una terapia él y Milagros. Ah qué bien. No, nada de bien, sabe Dios en qué manos caerán, seguro que van a ir donde un siquiatra que les va a decir que se separen nomás. Bueno, mamá, pero si los dos quieren separarse, quizás les venga bien un descanso, ¿no crees? Descanso, descanso, tú solo piensas en el descanso, amor: ¡cuándo vas a cambiar, Jimmy, cuándo vas a darte cuenta que la ociosidad es la madre de todos los vicios! Cómo estás durmiendo, mamá. Pésimo, pésimo, ¡fatal! Por qué. Porque me duermo todo el día, estoy hablando y me duermo, me están hablando y me duermo, me quedo dormida comiendo, es horrible, y cuando por fin me acuesto y me duermo, me levanto y pienso que son las seis de la mañana y me pongo a hacer mis ejercicios ¡y recién son las once de la noche! Qué fastidio, pero solo tienes que seguir durmiendo, mamá. No puedo, ya no puedo, ¡me quedo desvelada toda la noche! Pero toma algo, mamá, toma una pastilla. Estoy tomando la pastilla esa que me recetó Silvina pero no me hace efecto. ¿Silvina? ¿Qué te recetó Silvina? Remerón, me dijo que tome un cuarto de Remerón, pero yo me tomo un cuarto, medio, la pastilla completa y nada, ya cuando me despierto ¡no me puedo volver a dormir! No sabía que Silvina te había recetado Remerón. También estoy tomando Melatonina. Y qué tal. ¡No sirve para nada! Mamá, cómo estás de salud. ¿Quién? Tú, mamá. ¿Yo qué? Cómo estás de salud. Mal, pésimo. Por qué, qué tienes. Me han hecho no sé cuántos exámenes y me han encontrado que tengo un mineral. ¡Un mineral! Sí, un mineral. Cómo así, qué mineral. Cómo se llama el mineral, no me acuerdo, hijito. ¿No te acuerdas? Mercurio, me han encontrado que estoy llena de mercurio, tengo el mercurio altísimo. Qué cosa tan rara. Nadie se lo explica, los médicos no entienden cómo tengo el mercurio tan subido. Y cómo se cura eso. Con inyecciones, unas inyecciones carísimas, todo el día me ponen inyecciones, una cosa atroz. Lo siento, qué fastidio, qué incomodidad. No sabes cómo me estoy riendo con tu libro. ¿En serio? Me río a carcajadas, lo malo es que me estoy volviendo una mal hablada de lo peor. Cómo así, mamá. Es que tu libro está lleno de lisuras, qué barbaridad, todo el tiempo la puta que te parió, la puta que te parió. Ah caramba, no me había dado cuenta, perdóname si te ofende. No me ofende nada, hijito, lo malo es que se me contagia, ahora en la mañana llamé a tu tía Teresa Montero y le dije Tere, la puta que te parió. Qué gracioso. Sí, y Tere no entendía nada, y yo me moría de risa y le decía la puta que te parió. Estás chiflada, mamá. El otro día vi a tu hija Clara, mi amor. Qué tal, cómo está Clarita. Fui a visitarla, le llevé un regalito. Gracias, mamá, qué le llevaste. Plata, plata en efectivo. Muy atinado de tu parte. La vi muy bien, no está tan flaca, la vi más sentada. ¿Centrada? No, centrada no, yo no sé cómo saber si está centrada o descentrada, eso deberías saberlo tú, que eres su papá. ¿No está centrada? No dije centrada, dije sentada. ¿Estaba sentada? No, no estaba sentada, me saludó parada. ¿Pero la encontraste sentada? Sí, más sentada, más asentada. Ah ya. Más asentada, no tan flaca, más sentada, tú me entiendes. Claro, entiendo, mamá. ¿Y qué has sabido de Lucrecia? Nada, yo nada, ¿qué has sabido tú? Está muy bien, el otro día fui a visitarla, no sabes lo linda que está la casa de Barbarita. ¿Sí? Linda, linda, qué bien decorada, ¡regia! Me alegra. Tienes que ir, te va a encantar, es todo tu tipo. Quién, la casa o Bárbara. La casa, hijito, es una casa inglesa, estilo Tudor, Barbarita dice que es la casa que tú siempre quisiste tener. Pero es de ella, mamá. No, no es de ella, es de tus hijas. ¿Está a nombre de ellas? Bueno, tanto no sé. ¿Bárbara te ha pedido plata últimamente? No, no la he visto, vino a visitarme el otro día y me dijo que se iba de viaje. ¿No le diste plata? No, creo que no, pero tú sabes que la memoria me falla, ya no sé a quién le doy plata, tus hermanos se molestan conmigo porque me olvido de todo. Te entiendo, yo también me olvido de todo. ¿Te acuerdas de Jacinto? Jacinto, qué Jacinto, ¿tu chofer? No era mi chofer, hijito, era mi brazo derecho. Sí, claro. Dicen tus hermanos que Jacinto se ha comprado una casa linda acá por la huaca y la está arreglando. Ah caramba. Y dicen que se la ha comprado con una plata que yo le di, pero yo, la verdad, no me acuerdo de nada. Bien por Jacinto, él siempre fue atento contigo. Sí, muy atento, un excelente muchacho, pero tus hermanos están furiosos con él, ¡furiosos! Los entiendo. Mamá, le he dicho a Tony que la plata que le diste a Barbarita para que se compre su casa me la descuenten de mi herencia. No te descuentan nada, eso fue regalo, lo que se regala no se quita, mi amor. Igual yo dejo constancia, mamá. Cuándo vamos a bautizar a Solcita, dime. Ya pronto, cuando vayamos a Lima. Cuándo vienen, ¿la traen ahora por fiestas patrias? No, Solcita se queda acá. ¿Entonces cómo la vamos a bautizar? Más adelante, mamá, quizá el año que viene. Hijito, por favor anda habla con Harry, de la farmacia, dile que estoy necesitando mi krill oil. ¿Tu qué? ¡Mi krill oil, que me mande mi krill oil! Ya, mamá, así le voy a decir, qué más necesitas. ¡Nada más, nada más, mi krill oil, solo mi krill oil! Ya, yo te lo llevo ahora que voy a Lima. ¡No, no, que me lo mande Harry, tú no me vas a traer nada, ya te conozco! Así le diré a Harry, mamá. Estoy muy preocupada, mi hijito, tienes que hacer algo. Por qué, mamá, qué pasa. Tu hermano Pedro se quiere separar, dice que está harto de Paula. ¿No era Enrique el que se quiere separar? Enrique, sí, ¡y Pedro también, imagínate! Ah caramba. Dice que ya no la aguanta, que solo está por ella por cariño a sus hijitos, tienes que hacer algo, mi amor. Qué quieres que haga, mamá. Habla con Pedro, habla con Enrique, aconséjales, tú ya estás de vuelta, diles que la separación no arregla nada, ¡nada! Ya, mamá. ¿Los vas a llamar, me prometes? Bueno, sí, los voy a llamar cuando esté en Lima. No, amor, cuando estés en Lima ¡ya va a ser muy tarde, tienes que llamarlos ahorita! Ya, mamá, los llamaré, o quizá mejor les escribiré un correíto. No, mi amor, correíto no, llámalos, no seas flojo. Ya, mamá. Tienes que vencer la pereza, Jimmy, tienes que dejar la flojera de lado, tu podrías estar de presidente si no fueras tan flojo, mira dónde estás por culpa de la flojera. Dónde estoy, mamá. En la puta que te parió. ¿Cómo? Toda tu novela es la puta que te parió, la puta que te parió, no puede ser que escribas así, hijito, qué va a pensar la gente, que yo te hablaba así cuando eras chiquito. ¿Tú crees que pensarán eso? ¡Claro, claro que piensan eso, y yo nunca te he hablado con lisuras, amor! ¿Te está gustando la novela, mamá? Sí, mucho, mucho, pero leo tres párrafos y me quedo dormida. Ah caramba. Es por el mercurio, que lo tengo altísimo.