[OPINIÓN] Anthony Laub: “Menos es más”

Tenemos más de 30,000 leyes vigentes y unas 600,000 normas reglamentarias. Esta avalancha legislativa regula e interfiere con la vida de los ciudadanos y es un laberinto perpetuo que debemos surcar para desarrollar cualquier actividad.

Frente a esta maraña de normas que dificultan el desarrollo individual, es de esperar que la ruta más seleccionada por las personas sea desconocerlas y vivir al margen de la legalidad. El 80% de informalidad del país, así lo corrobora; pues, al igual que los elementos, los seres tomamos el camino que menos resistencia nos ofrezca.

En el Congreso existe la Comisión Especial Multipartidaria Encargada del Ordenamiento Legal (CEMOL) cuyo objetivo es revisar nuestro ordenamiento y hacer una labor de depuración e higiene legislativa a fin de expeler aquellas normas que han quedado derogadas tácitamente o cumplieron sus objetivos. Ha pasado un tanto desapercibida la dación de la Ley 31772, promovida por el CEMOL, que busca lograr tal cometido.

Esta ley es de suma trascendencia, pues permitirá hacer una primera limpieza de normas que deben ser expectoradas del ordenamiento jurídico, tanto a nivel legal como reglamentario (decretos supremos).

Pero el objetivo debe ser mayor y no limitarse a remover normas desfasadas, sino que debe profundizarse para retirar normas que solo otorgan poder discrecional a la autoridad, y que terminan siendo fuente inagotable de corrupción.

Eliminar la grasa legislativa es un buen ejercicio, pero a la par hay que ocuparnos de que se cumplan las normas de respeto y convivencia elementales; como las de tránsito. Pocas normas son tan fáciles de seguir y, sin embargo, son las que más ultrajamos.

El respeto a los demás y a las leyes son la esencia de una sociedad civilizada; empezando por las más sencillas. Interiorizar el respeto a la ley nace de estas sencillas normas.

Pongámonos como reto desterrar esa terrible frase que subsume nuestro ordenamiento: “República peruana, donde cada uno hace lo que le da la gana”.