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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Haciendo un balance del 2014, es difícil ser optimista; pero, como bien nos dijo Julio Cotler en entrevista publicada por Perú21, "estamos condenados a ser optimistas". Condenados pareciera ser la palabra clave, y se puede leer de diferentes maneras. Por un lado, en referencia a un castigo; por otro, en términos de la temporalidad de la pena impuesta.

En efecto, uno mira a su alrededor y no puede dejar de observar calamidades por doquier: políticos ineptos y corruptos, nuestras riquezas sirviendo a los intereses políticos, una creciente degradación de nuestras costumbres y cultura, el auge de la criminalidad en distintas formas, cada una peor que la otra, en fin… como dijimos, es difícil ser optimista, pero estamos condenados a serlo.

Y de nuevo, la condena. Lo primero que uno piensa es qué delito o agravio estamos pagando. Y si profundizamos un poco, un delito o agravio implica un afectado… ¿a quién o a qué hemos humillado para merecer a estos jinetes del Apocalipsis institucional? Regreso al análisis histórico. Nuestra precariedad institucional podría explicarse, como sostienen Acemoglu y Robinson, por nuestros orígenes coloniales y las instituciones extractivas impuestas entonces. Pero, de nuevo, han pasado casi quinientos años, no podemos ser tan cínicos con nuestro pasado reciente. Suficientes años hemos tenido para recomponer nuestro ecosistema institucional y, con él, redefinir nuestro futuro republicano.

Por otro lado, si a alguien hemos humillado es a nosotros mismos, a nuestra tierra e historia. Hace tan solo 50 años éramos una luz de esperanza frente a la realidad sud-asiática, y mirémonos ahora: muchos de aquellos países (Singapur, Taiwán, Corea del Sur) están entre las naciones más desarrolladas y nosotros entrampados en los ingresos medios, siempre con el miedo a regresar a nuestra senda reciente –históricamente hablando– de mediocridad.

¿Qué fueron entonces estos años creciendo a tasas asiáticas? ¿Un espejismo? ¿Estamos retornando a la media? Puede ser, pero revisados los fundamentos no puedo dejar de pensar que es posible un futuro mejor. Mucho mejor.