Todos los integrantes titulares del CNM fueron removidos por decisión del Congreso de la República. (Difusión)
Todos los integrantes titulares del CNM fueron removidos por decisión del Congreso de la República. (Difusión)

Desde que el Congreso Democrático Constituyente de 1992 terminó de forjar la que hoy es la Constitución vigente del Perú, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) ha sido siempre un tema muy polémico entre quienes buscan la enmienda y perfección de la Carta Magna. Sucede que, a diferencia de las constituciones previas (1979 y 1933), la forma como se compone el consejo responde a un modelo de activa participación ciudadana.

Así, representantes de diversos grupos sociales eligen a un consejero que, junto con los demás y de modo colegiado, tiene la responsabilidad de elegir, ratificar y destituir a jueces, fiscales y autoridades electorales. En cristiano: el CNM tiene la potestad de decidir quiénes serán los administradores del sistema de justicia en el Perú. La idoneidad de su gestión será la solidez de la base de uno de los tres pilares del sistema republicano: el Poder Judicial. Y vaya que bien no van.

Esta crisis que se ha gatillado luego de la exposición grosera de los ahora cotidianos audios de la vergüenza es, sí, un llamado ineludible a la reflexión y a la introspección; sin embargo, en este diario consideramos necesario acompañar con propuestas cada crítica. Esta crisis es, también, una oportunidad formidable para revisar el fondo de un asunto delicadísimo para la estabilidad futura de nuestra joven nación: tenemos que revisar cómo se arma el CNM.

Por más buena voluntad que los consejeros tengan e, incluso, por más pericia y sentido común que ostenten a la hora de enfrentarse con una designación, la falta de un conocimiento profundo del sistema de derecho y todas sus aristas les hará prácticamente imposible elegir a las personas que deberán maniobrar dentro de las fronteras de este intrincado sistema. Quizá por eso hemos escuchado a algunos consejeros formular preguntas de lo más inoportunas a los candidatos. Ello hace, entonces, necesario sofisticar y elevar los filtros para poder llegar a integrar el CNM.

Esto no significa que las autoridades universitarias no tengan voz. Pero que sean los decanos de las facultades de Derecho los que la alcen. Y que sean los decanos de las facultades de Derecho que forman abogados y no las que venden títulos sin ninguna vergüenza. El esfuerzo por tener a los mejores consejeros se traducirá en mejores administradores de justicia. Eso es lo que en Perú21 queremos.

TAGS RELACIONADOS